En lo poco que llevamos de 2009 hay dos nombres propios en el panorama futbolístico nacional que se deben escribir con mayúsculas: Robben y Messi. Ambos son jugadores de los que apenas quedan, de otra pasta. Encaran, desbordan, marcan, asisten, desequilibran los partidos y consiguen que los espectadores se levanten de sus asientos. Pero para sus equipos son algo más que todo eso. Son la llave del gol, ese fin último que todos buscan, y su presencia en el campo se antoja fundamental tanto para Juande Ramos como para Guardiola.

En el caso del holandés su aportación en este 2009 (seis partidos de Liga) es vital. Ha marcado o provocado el 60 por ciento de los goles del Madrid. Casi nada. Los blancos llevan diez tantos a favor y el extremo ha marcado cuatro (Villarreal, Mallorca, Osasuna y Numancia), ha dado una asistencia (Osasuna) e inició la jugada de otro gol (Numancia). Resumiendo, seis de esas diez dianas han salido de sus botas y gran parte de la recuperación del equipo blanco en Liga es gracias al extremo. De hecho, el Madrid ha firmado pleno en el actual año: seis partidos jugados, seis victorias. Y en los seis Robben parece haberse olvidado definitivamente de sus problemas físicos...

Por su parte, Messi no se queda atrás. El Barcelona, en esos mismos seis encuentros, ha conseguido 17 goles a favor y el argentino ha participado en el 47 por ciento. Eso sí, ha visto más puerta que Robben, seis tantos (Osasuna, Deportivo, dos al Numancia y dos al Racing), y ha dado dos asistencias (Osasuna y Numancia).

Descansos. Sin embargo, la influencia de La Pulga en el conjunto culé no se antoja tan vital ya que Guardiola le ha ido dosificando. Juande no ha podido hacer lo mismo con su mayor valor futbolístico y podría pagarlo caro. Pero este Robben ya no parece el jugador de cristal de antaño. Y el Madrid, con él en el campo, es otro...