Villa gana en la lotería

El Valencia ha convertido sus partidos en una lotería con el riesgo que ello entraña. Anoche la moneda cayó de cara porque Villa estaba sobre el campo, pero pudo ser cruz para los chés porque Negredo no quiso ser menos que el Guaje. Quizás lo justo hubiera sido que saliera canto, pero César le hizo un paradón a Piatti en el minuto 93 y, esta vez, el factor arbitral echó una manita a los locales que marcaron con un penalti light de Carlos García a Mata. En otras ocasiones, los de Unai han caído en una acción así, anoche les favoreció, pero por encima del marcador, la impresión sobre el campo fue que el Almería ni fue inferior, ni tuvo menos ocasiones, más bien todo lo contrario y eso se lo debe hacer mirar Emery, que no encuentra el equilibrio entre ir al frente y ser un coladero atrás.

El guión fue el habitual, los blanquinegros golpearon primero y después empezaron a sufrir, como si el botín les quemara entre las manos. Eso sí, el cambio de rumbo llegó en una genialidad para el recuerdo. Crusat hizo un reverso con taconazo incluido para burlar a Miguel y servir el empate a Negredo. No era fácil empujar ese 1-1, pero el ariete le hizo un guiño al estilo que selló Cruyff y se estiró para empatar. Mestalla se tambaleó y aparecieron los primeros pitos porque la zaga era un flan por el que penetraban Crusat, Uche y Ortiz con facilidad. Negredo tuvo el 1-2, pero en el duelo de genios pequeñitos surgió Mata para forzar un penalti sospechoso, de los que cuando te va en contra no lo parece y, si es a favor, sí ves contacto. El caso es que Villa atemperó los ánimos con el empate.

Poco tenía que cambiar Hugo Sánchez para el segundo acto porque los suyos sabían como plantarse ante César. Cuando volvían los nervios, Villa tuvo un guiño hacia el técnico rival, le brindó su particular homenaje heredando su obsesión por el gol. Primero disparó con la derecha pero Alves respondió y, segundos después, pescó un mal control de Silva para desquitarse con un latigazo zurdo. 3-1 y partido cerrado... si habláramos de una situación normal.

Pero el Valencia vive en un estado de caos que facilita a los rivales el remontarle, máxime si regala un tanto como Marchena lo hizo con Negredo, que terminó su sequía con un doblete que pudo ser hat trick. Quedaba media hora y las casas de apuestas seguro que ya pagaban el empate como resultado final. Uche lo tuvo en un córner (otra vez fallaron los chés a balón parado), y en una contra que regaló otra pérdida de Edu y a la que le falló el pase final.

Mestalla volvía a pitar, porque no aceptaba tanto sufrimiento y tanto nerviosismo sobre el campo. La última se la fabricó Piatti, pero César la abortó justificando su fichaje y dejando a los suyos asentados en Champions.