Abel, hombre récord y emblema atlético

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Abel, hombre récord y emblema atlético

A la historia rojiblanca pasó por sus 1.275 minutos imbatido entre 1990 y 1991, pero ha recorrido el club desde la cantera hasta la secretaría técnica. El Atlético sería el cuarto equipo al que dirigiría

El Atlético quiere sentar en el banquillo a uno de sus emblemas en los últimos veinte años. Porque Abel Resino Gómez (Velada, Toledo, 1-2-1960) ha recorrido el club de sur a norte sin saltarse una sola estación. Criado en las categorías inferiores del Toledo, llegó al club rojiblanco en 1982, procedente del Ciempozuelos. Cuatro años pasó en la cantera rojiblanca hasta alcanzar el primer equipo en 1986, un año antes de la llegada de Jesús Gil a la presidencia de la entidad.

Abel jugó nueve temporadas en el Atlético (de 1986 a 1995) y conquistó dos Copas del Rey (en 1991 y 1992), pero se marchó de la entidad justo una temporada antes del histórico doblete con Radomir Antic en el banquillo. En la temporada 90-91 consiguió el récord nacional de imbatibilidad, al mantenerse 1.275 minutos sin encajar un tanto: desde el 25 de noviembre de 1990, en que su equipo perdió 1-0 en Mallorca, hasta el 17 de marzo del año siguiente, en que un tanto del entonces sportinguista Luis Enrique en el Calderón, en el minuto 45, paró el reloj de la plusmarca. Sólo cuatro porteros en el mundo han superado su registro. Naturalmente, concluyó el curso como Zamora, con un promedio de 0,51 goles por partido, el segundo mejor de la historia de la Liga. También sería el portero menos batido la campaña siguiente.

En el Atlético disputo 264 partidos en Primera División, antes de desvincularse del club y firmar con el Rayo Vallecano en el invierno de 1995. Jugaría seis meses en el equipo franjirrojo, que se mantendría en Primera al imponerse en la promoción al Mallorca. Fue internacional con España en dos ocasiones y también defendió la portería de la selección española de fútbol playa.

Tras su retirada, regresó al Atlético como preparador de porteros. Después Futre le incorporaría a la secretaría técnica con otro ex jugador, Manolo, y finalmente sería segundo entrenador con César Ferrando como técnico de la primera plantilla rojiblanca.

En 2005, Quique Pina puso en sus manos el Ciudad de Murcia, un equipo que firmaba no descender al comienzo del curso y concluyó cuarto el campeonato, a solo un paso del ascenso a Primera. Su éxito llamó la atención del Levante, que acababa de ascender a Primera. Abel salvó al equipo a dos jornadas del final. Sin embargo, la temporada siguiente, fue destituido tras la octava jornada, con un punto de 24 posibles.

En 2008, el Castellón, cuyos propietarios también estuvieron en la gestión del Levante, pusieron el equipo en sus manos cuando Pepe Murcia decidió no renovar y marcharse al Celta. El equipo albinegro es sexto en Segunda, a sólo dos puntos del ascenso.