Empieza un año, y eso saca de cada uno de nosotros la buena voluntad que el resto del tiempo sepulta. Pero como aún estamos en fechas sacras, porque son de anteayer la Navidad, Año Nuevo y los Reyes, me atrevo a sugerir para el Madrid un pacto de paz, que le conviene. Calderón ganó las elecciones con poco más de ocho mil votos, muy apretadamente, y con dos renuncios que le siguen lastrando: el nunca consumado fichaje de Kaká y los sacos del voto por correo, remitidos al limbo. Haga lo que haga, Calderón no será un presidente legitimado hasta que borre de su gestión esas sombras.

Y conste que para mí lo ha hecho bien. El Madrid ha pasado de aquel tiempo en que toda gandulería tenía su asiento (hasta el punto de que Zidane renunció a seguir en el fútbol) al grupo esforzado de hoy. En este tiempo el Madrid ha dado de baja a un enorme pelotón de jugadores que, una vez salidos fuera (César, Diogo, Cicinho, Miñambres, Pavón, Rubén, Mejía, Woodgate, Raúl Bravo, Roberto Carlos, Gravesen, Pablo García, Borja, Beckham, Cassano, Portillo, Owen, Ronaldo...), han confirmado que o no estuvieron o dejaron de estar en el nivel competitivo que siempre se ha exigido en el RealMadrid.

En lugar de esos están los de ahora, que son mejores que aquéllos. Faltan, sí, dos aún mejores. Cristiano y algún otro. Pero falta sobre todo la paz, el sosiego, esa posibilidad que se le ha negado a Calderón de ejercer de verdad como presidente del Madrid, no como un okupa que detenta el cargo por pillería oportunista, que es la forma en que le ven tantos y tantos. Empieza el 2009 y le sugiero un pacto: paz por elecciones. Un mandato sosegado de aquí al final de temporada a cambio del adelanto de un año de las elecciones. Con el voto por correo previamente adecentado, claro. El Madrid merece eso. Y lo necesita.