La chistera de Andoni Iraola

Liga BBVA | Athletic 1 - Espanyol 1

La chistera de Andoni Iraola

La chistera de Andoni Iraola

El lateral igualó al final con una genialidad. El Athletic se atascó ante el oficio del Espanyol. Moisés líder y goleador. Llorente y Yeste, inéditos.

Una genialidad de Andoni Iraola impidió que el Espanyol de Mané estrenase su casillero de triunfos. Fue de chilena, un lance tan inesperado como brillante tanto por la autoría como por el contexto, como pudo el Athletic eludir la derrota y, de paso, rebajar el logro periquito en La Catedral. Un punto para cada uno y no hay mucho que debatir, tras noventa minutos muy peleados y sin apenas margen para el lucimiento o la originalidad. Al Espanyol todavía se le puede permitir un breve pataleo porque acarició lo que podía haber sido el principio de su reacción, pero también el Athletic se batió el cobre y dispuso de opciones en grado similar para al menos hacer su golito, que en este caso fue golazo. Para más no jugaron los rojiblancos, para quienes este resultado, sin ser negativo del todo, supone bajarse de la nube en la que se instalaron antes del parón navideño.

San Mamés dejó ayer de ser territorio prohibido. Acababan de desfilar por su césped, como en procesión fúnebre, los Osasuna, Numancia y Sporting, todos ellos con similares apuros clasificatorios a los que padecen los periquitos, aunque lo cierto es que éstos exhibieron más oficio que aquellos, se resistieron con dignidad a asumir el papel de víctima propiciatoria que el pronóstico les adjudicaba y terminaron rozando la gloria, que a eso les hubiese sabido la victoria.

Al final, el equilibrio lo puso el factor que el Athletic siempre tiene a mano cuando actúa ante su afición y que se convierte en básico cuando no sale nada. Ese tirar de rabia y de orgullo, empujar y percutir con constantes envíos a sus delanteros desde donde sea, un día más fue rentable y minimizó los secuelas de un rendimiento global deficiente, muy deficiente a ratos.

Por lo visto desde la primera jugada del partido, el Espanyol pareció encantado con la idea de alcanzar el descanso con el puntito que de entrada y graciosamente concede la Federación. No sin esfuerzo, desde luego, pero dicho objetivo además de razonablemente ajustado a la inversión realizada por los chicos de Mané, retrataba también con bastante fidelidad el meritaje del Athletic, cuya iniciativa careció de enjundia.

Serios.

La tarde, la verdad, corría favorable a los intereses periquitos. Después de un par de sustos, ajustaron sus líneas, Moisés ejerció de chico para todo, a menudo de tercer central, nadie se permitió frivolidades, salvo Nené, que sin ellas no sería él, y con eso y poco más, les llegó para dejar en muy poco el afán de su rival.

Desde que Javi Martínez rematase a la madera, tras ligero desvío enemigo, un pase de la muerte de Susaeta, no hubo más noticias rojiblancas. Dicha acción se registró en el 21, cuando todavía no estaba muy claro si el planteamiento prudente del Espanyol bastaría para impedir que el Athletic ampliase a cuatro su racha de victorias como anfitrión.

Luego, el paso de los minutos invitó a pensar afirmativamente, a conceder crédito a una estrategia lógica para un equipo que vino a Bilbao en descenso. Ahora bien, tampoco cabía prever lo que ocurrió cuando Moisés puso su coronilla a la salida de un córner, porque el Espanyol no se había ni dignado previamente a pisar el área de Iraizoz.

El gol dejó aturdido al anfitrión y ahí pudo apuntillar el Espanyol por dos veces, pero bueno, quejar no se podía quejar por gozar de ventaja mínima en el intermedio. A la vuelta, el Espanyol salió mirando hacia arriba y Caparrós lo debió de ver fatal porque enseguida movió el banquillo: primero el capitán y luego el recién aterrizado Toquero.

Dos delanteros frescos para una ofensiva espesa, nacida del corazón y apenas salpicada de detalles de Susaeta y de Iraola. Así, sin que Kameni protagonizase parada alguna, se enfiló la recta final, con el Espanyol cada segundo más metido atrás y con el Athletic desmelenado y sufriendo por la ausencia de Llorente, al que se comieron entre Jarque, Pareja y Moisés (y el árbitro). Entonces, en el penúltimo arreón, Iraola sacó su varita mágica y aún hubo tiempo para otro par de barullos que no afectaron a un empate sin pena y sin gloria.

El detalle. Primer punto de Mane en Bilbao

Ganar no ganó, pero al menos José Manuel Esnal, Mané, pudo romper la estadística negativa que arrastraba como técnico visitante en La Catedral. El empate de ayer atenúa el signo de la derrota que presidían sus números tras cinco oportunidades.