Adiós aliviado a 2008, el peor año posible

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Adiós aliviado a 2008, el peor año posible

Adiós aliviado a 2008, el peor año posible

alfonso reyes / javier belver / josé aniés

En 2008 el Zaragoza volvió a Segunda. Un desastre tan rotundo que convierte estos doce meses en el marco de una desvergüenza histórica. El ascenso, deseo encarnado en el entrenador Marcelino, supone tanto una esperanza deportiva como una inapelable obligación financiera.

El 2008 que hoy despide el Zaragoza lleva adherida una contundencia tal que impide cualquier balance: ha sido un desastre. No hay otro adjetivo posible. Por el largo tobogán por el que cayó el equipo y el club resbalaron cuatro entrenadores, algunos futbolistas para el recuerdo y otros para el olvido, un director deportivo, el nuevo Zaragoza de Agapito, la tajada fundamental de sus ingresos televisivos, algunos ejecutivos emparedados en vida y más de 15.000 socios que abandonaron su asiento. El único rayo de luz lo constituye la proyección de una esperanza, el ascenso, fundada en el segundo puesto de hoy y en la fe que siempre regenera el fútbol. Tan pronto como la pierde.

Con el presupuesto más grande de su historia y estrellas como Aimar, Diego Milito, , Matuzalem, Ayala u Oliveira, el Zaragoza protagonizó uno de esos descensos que el fútbol jamás comprenderá. Sólo resulta entendible en las circunstancias, larvadas o públicas, que acumuló el tiempo. Mientras el vestuario sonreía de puertas afuera y se deshacía por dentro, el banquillo carnívoro devoró la creciente indefensión de Víctor, la ansiedad de Garitano, la senil abulia de Irureta y el voluntarismo de Villanova. Más el prestigio de muchos jugadores. La dimisión de Miguel Pardeza fue, acaso, el único acto honorable de todo el año.

El descenso se iba a tragar también la inconsecuente baladronada de Agapito sobre su omnipotente patrimonio, la ascendencia política del proyecto y la consideración social de sus enrocados dirigentes. El club apostó por un entrenador de prestigio rápido como Marcelino y construyó la plantilla con vacilante seriedad. Mientras los despachos se llenaban de cargos adyacentes o repetidos, la afición se batió en retirada. El otoño trajo confusión, en el campo y fuera. No es fácil pasar un invierno en el infierno. Pero el equipo acaba diciembre segundo: es lo único memorable en doce meses.

18/5/08. El Zaragoza vuelve a Segunda División sólo seis años después del último descenso. La derrota en mallorca (3-2) culminÓ el más absoluto fracaso del club en toda su historia

La plantilla más cara de la historia fue incapaz de detener una caída que se prolongó de noviembre a mayo. Después de desaprovechar los favores del Real Madrid en la penúltima jornada, el equipo necesitaba ganar o empatar y esperar el fallo de Recreativo u Osasuna. Su imagen fue la del equipo condenado, incapaz y falto hasta de orgullo para evitar la hecatombe.

Camino del ascenso. Segundos a fin de año

Jorge López simboliza la esperanza. Aun con altibajos, el Zaragoza iniciará 2009 segundo.

Derbi aragonés, casi 60 años después. La Romareda sólo se animó con el Huesca

En Segunda y los sábados, con menos de 20.000 socios y muchos desertando, la grada sólo se animó contra el Huesca, con 4.000 azulgranas y casi lleno.

Septiembre negro. Papelón y adiós Copa

2-1 en Levante, eliminado en Copa, empate en casa y en Elche. El inicio fue poco brillante.

Marcelino encarna la esperanza de la regeneración. Agapito prometió "poner lo que haga falta" para volver a primera

El fichaje del técnico devolvió algo de fe a la afición. Fue el golpe de efecto de Agapito: "No hace falta vender jugadores para vivir en Segunda", dijo. Se fueron Diego, Aimar, Matuzalem, Luccin, Sergio García... Compró a Oliveira y regresó Ewerthon.

Pardeza tiene vergüenza. El director deportivo cesó

Un día después del descenso, Miguel Pardeza anunció su dimisión. Agapito no aceptó la de Bandrés.

Cuatro entrenadores, una cifra inédita en una sola temporada

Manolo Villanova. La última esperanza. Fichado del Huesca, amagó la recuperación pero lo arrastró la corriente.

Jabo. Irureta. Fuera de onda. No tenía nervio ni soluciones. Dirigió seis partidos y sumó sólo cuatro puntos.

Ander Garitano. Espantada veloz. Un partido de Copa, otro de Liga y... dimitió por una crisis de ansiedad.

Víctor Fernández. La caída de un ídolo. Perdió la sintonía con Agapito y parte del vestuario. La Romareda lo respetó.