La divulgación de la cinta de una conversación en la que presuntamente se reconoce la existencia de una compra de partidos para conseguir una mejora de clasificación es, sin duda, un hecho grave que exige, ante todo, la investigación y la aclaración de la misma. La limpieza de la competición y de los resultados deportivos es un bien que deben intentar preservar las autoridades deportivas por todos los medios que estén al alcance de su mano.

Una situación tan aparentemente clara y contundente exige una investigación que clarifique si hay algo de verdad en lo indicado. Si el resultado es positivo, los efectos disciplinarios son evidentes y están expresamente previstos en la legislación. Pero, si los resultados son negativos es evidente que también debe haber consecuencias en la esfera personal del denunciante que pone en entredicho un conjunto de personas y bienes. No pueden existir imputaciones de este orden sin que haya consecuencias para los acusadores.

Por esto el orden exige la investigación y la adveración de lo alegado y la sanción, en su caso, de las conductas que se aparten de la disciplina deportiva y del buen orden deportivo. A partir de la convicción de que nada de lo alegado es cierto, procede examinar las otras consideraciones y las eventuales repercusiones sobre otras esferas. La limpieza de la competición no puede estar en entredicho. Exige rapidez, compromiso y aclaraciones. Posteriormente y en el doble plano indicado, vendrán las consecuencias.

Alberto Palomar es doctor en Derecho y profesor de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid.