Congelados en Getafe

Liga BBVA | Getafe 3 - Real Madrid 1

Congelados en Getafe

Congelados  en Getafe

El Madrid naufragó ante un rival superior Albín, con dos goles y una asistencia, fue la estrella del partido Saviola acortó distancias Adiós prima

No era el partido. Frío, gradas vacías. No había estímulos inmediatos ni princesa que salvar. Y cuesta fijar la atención en tres puntos normales cuando no hay visión de largo recorrido. Por eso la prima se entendió tan improbable como el sorteo de un viaje al Caribe. El Madrid vive al día, no va más allá de la próxima cita. No tiene más plan que sobrevivir y reagruparse.

Las lesiones no se pueden excluir del análisis. Han convertido el equilibrio inestable en desequilibrio total, el dibujo en garabato. Y han terminado por minar la confianza. El equipo que ganó los dos últimos campeonatos empujado por la fe ha dejado de creer en su suerte. No le faltan motivos: ayer cayeron Torres y Sneijder. Pepe finalizó con una contractura. El efecto de tanto herido es que nadie se siente a salvo. Ni feliz. A Casillas le ha abandonado el ángel y a Ramos el duende. Van der Vaart es un intruso. La eterna aflicción de Schuster tampoco mejora el panorama.

Dicho lo cual hay que destacar que el Getafe completó un partido excelente. Marcó a los dos minutos y pudo golear en los minutos finales, cuando el Madrid exponía su integridad en cada ataque. Aplicado en todas las líneas, el equipo local se entregó al talento de Albín (22 años), que anoche se confirmó como un futbolista extraordinario, capaz de todo. Su partido reunió los ingredientes de las grandes consagraciones: dos goles, una asistencia y un adversario de talla mundial.

Y cuando el uruguayo se tomó un respiro, surgió Granero, que suplió con coraje las lagunas de la inspiración. Porque su carácter vale tanto como su fútbol. Ignoro si eso lo calculan los medidores de talento de los finos ojeadores.

Regalo.

El primer tanto arrasó la banda derecha del Real Madrid. La combinación entre Licht y Gavilán fue dejando cadáveres por el camino. Primero Torres, después Ramos, que llegó tarde al corte. Antes de marcar de rabioso cabezazo, Albín agradeció el regalo de Gavilán y el amable marcaje de Marcelo.

Cuando el Madrid trató de levantarse sólo encontró un punto de apoyo: Drenthe. Así es. El juego del aspirante no tenía otra salida que un futbolista en prácticas. Y conste que el muchacho (21 años) se entrega sin reservas y ayer propició las mejores ocasiones del Madrid, quizá las únicas. Es atolondrado, pero irreductible. Es inexperto, aunque valiente. Desconoce el juego y, sin embargo, se empeña en sacar una jugada como los payasos una sonrisa. Y cuando al fin acaba por centrar, tú terminas por sonreír. Lo recuerdo: también existe el enamoramiento por insistencia.

La mejor ocasión del Madrid se generó por una galopada de Drenthe, que cruzó el campo de izquierda a derecha, en contra de su tendencia natural. Cuando temimos un golpeo ruinoso con la diestra, Royston sorprendió con un pase dulce y medido. Raúl, solo en boca de gol, remató con un chut timorato que tropezó en el Pato cuando se cocinaba a la naranja. Ya hemos advertido que el capitán del Real Madrid ha llegado a la edad que te hace fluctuar entre lo espléndido y el desastre, sin términos medios. El gol o nada. Ayer fue nada.

Control.

Mientras el Madrid iba retirando soldados heridos, el Getafe se concentraba en la defensa de Gago y Guti, los únicos jugadores del Madrid con recursos para poner en marcha el equipo. Una vez controlados, Casquero conducía las operaciones y aparecían los demás. Contra rozó la escuadra después de una internada magnífica, esas perlas suyas.

Al filo del descanso arreciaron los suspiros. Gago voleó un rechace de la defensa y el balón acarició el larguero. A continuación, Soldado reclamó penalti por derribo de Sergio Ramos en las barbas de Casillas, y el delito pareció claro, aunque quedó sin sanción.

Nada más reanudarse el choque, Albín rasgó la buena fama de Casillas con un zurdazo a la carrera que se coló por el primer palo, el de Iker. El contragolpe había sido de manual. Y el Getafe sacó lustre a esa suerte. El Madrid se volcaba con tanta imprudencia como desesperación, hasta el punto de que cada robo del anfitrión se convertía en una bala para esquivar.

Saviola disimuló su mal partido con un gol que fue brillante en la ejecución. Cata Díaz se durmió en la salida, Guti le arrebató la pelota y el argentino remató con el exterior del pie derecho.

Hace un año, el Madrid hubiera tomado el desvío de la victoria. A pesar del dominio del Getafe, Van Nistelrooy o quizá Higuaín hubieran logrado el empate y quién sabe si la determinación hubiera servido también para conseguir la victoria, con un tanto de Higuaín o tal vez Van Nistelrooy, vimos muchas así. Anoche, el Getafe marcó el tercero. Albín voló en el enésimo contragolpe y al punto de chutar, burló a sus perseguidores y asistió a Uche. Esa es la diferencia. Antes el Madrid vivía así. Ahora apenas sobrevive.