El Real Madrid quiere que el próximo 5 de noviembre el Bernabéu sea una auténtica olla a presión, que se viva una noche de Champions en letras mayúsculas. Jugadores y afición están coincidencia de que el partido de vuelta será diferente. Las previsiones es que el estadio esté lleno, como en las grandes citas. No es una eliminatoria directa, pero todos sienten que sólo es factible una victoria.
Las entradas para la vuelta de este clásico mundial ya se están vendiendo a través de la venta telefónica (902244824) o por Internet (www.realmadrid.com) desde el 13 de octubre para los socios abonados. El martes se pusieron a la venta para los socios no abonados y el público en general podrá comprarlas a partir del 25 de octubre. Si aún quedan localidades se pondrán en taquilla dos días antes del partido. Además, se ha reservado un cupo para la Juventus. Se espera que unos 2.000 aficionados italianos viajen a Madrid (estarán situados en el cuarto anfiteatro).
Para los socios, los precios oscilan entre lo 90 euros la entrada más cara y los 25 la más barata. Para el público en general son más caras. 150 es la localidad más costosa y 40 la más barata.
En el seno de la plantilla el sentimiento es de revancha. Perder en el Comunale no estaba en los planes de ninguno de los madridistas. En su cabeza estaba ganar, sumar tres puntos más y romper un maleficio que dura desde la temporada 61-62, cuando el Madrid ganó allí con un gol de Di Stéfano. "Este es un lugar maldito para nosotros, llevamos demasiados años sin ganar y hubiéramos querido cambiarlo este año, pero no pudo ser", reconoció Raúl al final del partido.
En el regreso de Turín la plantilla ya estaba más que concienciada de que habrá reacción el próximo 5 de noviembre. "En el partido de vuelta les demostraremos lo que somos. En nuestro campo no les vamos a permitir lo que hemos permitido en el Comunale", frase que también pronunció Raúl en la zona mixta del estadio turinés y que luego repetían en los pasillos del avión el resto de los madridistas.
Clasificación.
Los pocos aficionados que viajaron en el avión de los jugadores cuando se acercaban a pedir que les firmaran autógrafos preguntaban por el futuro en la Champions. "Tranquilos, que les ganamos en el Bernabéu. Nuestro objetivo es ser primeros de grupo y lo vamos a conseguir. Está en nuestras manos", les decían los jugadores. Schuster, por su parte, prefirió guardar silencio.
Hasta Cannavaro se atrevió a darle a un aficionado un resultado para la vuelta en el autobús que trasladaba a la expedición del avión a la terminal: "Aquí, en nuestra casa, les vamos a meter cuatro. No les dejaremos jugar".
