El Sevilla narcotiza al Atlético

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El Sevilla narcotiza al Atlético

El Sevilla narcotiza al Atlético

AS

El Calderón vivió su primer revés de la temporada con la visita de un serio Sevilla, que se impuso con cierta comodidad a base de mucho trabajo y la eficacia de Luis Fabiano, que marcó un gol, le anularon otro y remató al larguero en la segunda parte, en lo que pudo ser la sentencia para un Atlético lento que no remató a portería hasta el minuto 67 y que evidenció lagunas en el arranque de un tramo de calendario infernal.

El Atlético de Madrid perdió la alegría y la sintonía con el gol en cuanto afrontó la primera rampa de lo que va a ser la etapa reina en su calendario, inaugurada por el Sevilla y plagada de puertos de categoría especial: Barcelona, Real Madrid, Villarreal, Marsella, Liverpool... Era previsible que la mayor entidad de los rivales multiplicara las dificultades de los Aguirre, instalados hasta ahora en una embriagadora fiesta de goles y triunfos. Pero parecía el nuevo proyecto colchonero con el suficiente cuajo como para no deshacerse con tanta facilidad ante prácticamente el primer rival que le devora en el centro del campo y conduce el partido a un ritmo cansino y parsimonioso que no casa con este Atlético de latigazos eléctricos y apariciones centelleantes.

Los rojiblancos han perdido los dos partidos, ante Valladolid y Sevilla, en los que han comenzado por detrás en el marcador. En visperas de recibir al Marsella en un partido que puede clarificar enormemente su camino en Europa, se puede aferrar para justificarse a las bajas, que le han golpeado en todas las líneas. Porque faltaron Heitinga, Maniche, Simao y Forlán. Pero también faltó el ángel, la fe, la pegada. Las ausencias se revelaron esenciales, sobre todo en lo relativo al centro del campo, donde nadie puso el caos entrópico que genera Maniche con sus arrancadas, y nadie desbordó por banda con la facilidad culebreante de Simao. Dos jugadores en gran estado de forma, dos roles que no suplió una medular en la que Luis García y Maxi no conectaban como extremos, Banega no encontraba la medida entre el puesto de 5 y el de media punta y Raúl García se ahogaba ante un Sevilla nada brillante pero inteligente y trabajador, que asfixió a su rival con un escuadrón de bayonetas caladas y acumulación de músculo: Romaric, Duscher, Maresca.

El Atlético sólo se encontró a sí mismo durante el primer cuarto de hora, cuando el balón viajó más libre de área a área yel Kun falló un gol cantado porque no tuvo tiempo de acomodar la cabeza tras el fallo clamoroso de Palop en un saque de esquina. Tres minutos después, apenas en el 7, Luis Fabiano remató a gol otra acción a balón parado, esta en el otro área. El tanto fue anulado por fuera de juego, pero pareció una bofetada para el Atlético, que se sintió vulnerable e inseguro y se dejó atrapar en la tela de araña que había diseñado Jiménez. El efecto del veneno hispalense congeló las ideas y entumeció las piernas de un Atlético que, sin darse cuenta, estaba jugando al ritmo que quería su rival. Sin dinamismo, sin profundidad, sin crear peligro. A la deriva y a la espera de la acción que rompiera el partido. Y esta llegó, pero en la portería de Coupet, hoy titular en el sistema de rotaciones que ha instalado Aguirre en la portería.

Luis Fabiano, un tormento para el Atlético

A los 20 minutos, Luis Fabiano marcó con una falta directa que ajustó al palo de la barrera con un efecto dulce. Al ser a media altura, quedó la sensación de que Coupet pudo haber reaccionado antes. El gol hizo sentirse al Sevilla definitivamente seguro de sí mismo y dejó desnudo a un Atlético en el que había dos planes. Por un lado el de Banega, que se esforzaba por crear juego y conducía con criterio pero sin encontrar socios, y por otro el del resto del equipo, limitado a lanzar balones largos en busca de la genialidad de Agüero o la velocidad de Sinama. Como si confiaran demasiado en sus hasta hoy infalibles atacantes, o, lo que puede ser peor, como si no fueran capaces de ninguna otra idea, de ningún otro impulso.

El hecho es que el Atlético no encontró nunca la chispa que le pusiera en movimiento. Y, como este Sevilla no es el del año pasado, el partido entró en una dinámica soporífera con los visitantes descontando minutos y cantando nanas a un rival catatónico. Sin la agitación de Alves, la intensidad de Keita y la distribución de Poulsen, este Sevilla un equipo menos espectacular que ya no juega con el cuchillo entre los dientes los 90 minutos. En el Calderón prefirió mantenerse con el freno de mano, sin parar de trabajar pero casi de puntillas, como si pretendiera no provocar la reacción de un rival que no disparó entre los tres palos hasta el minuto 67.

De las Cuevas y Agüero lo intentan sin fortuna

Ese primer disparo corrió a cargo de Miguel de las Cuevas. El canterano al menos metió energía al juego de su equipo. Aunque sin acierto, agitó ligeramente la conciencia adormilada de sus compañeros, y buscó la conexión con un Agüero que tocó más balones en las cercanías del área en la última media hora. Todo sin suerte. El partido era de un Sevilla que se pudo evitar el pequeño sofoco final si hubiera cerrado el partido, primero con un cabezazo de Luis Fabiano al larguero; después, con un disparo de Capel casi a portería vacía tras un error de Coupet, y finalmente con un remate a bocajarro de Adriano que taponó Pernía.

El Atlético murió apretando en los últimos minutos sin orden ni demasiada fe. Acumulando imprecisiones que enfadaron a una grada especialmente sensible con un desafortunado Luis Garcia, y recelosa también con el planteamiento de Aguirre, que entregó definitivamente la zona central del campo con el cambio de un Banega que habia sido la única luz, aunque escasa, de su equipo, el único hombre que había pedido y buscado el balón. El Sevilla sacó mucho con lo justo en un campo donde seguramente imaginaba mucho más difícil pescar. El Atlético se llena de dudas y aparca su duende justo en el día que se había fijado para comenzar a dar el salto que separa al meritorio del aspirante. Necesita tener de vuelta a Simao y Maniche, a Heitinga y a Forlán. Pero sobre todo necesita que vuelva la alegría, que hoy se tomó la tarde libre y no se pasó por el Calderón.