La tercera derrota consecutiva empieza a poner en entredicho la consistencia del Athletic, que ayer, frente al Eibar, completó además su primer ensayo del verano sin ver puerta. Después de caer en el Colombino con el Recreativo y salir malparado de su visita al Tenerife, el equipo de Joaquín Caparrós fue peor que el conjunto que dirige Carlos Pouso, y perdió con todo merecimiento.
Que conste que el Eibar cuajó una buena actuación, no fue un partido de mínimos, ni mucho menos. Los armeros exhibieron soltura y conjunción, con las dos formaciones que ayer presentaron en Zarautz. Por contra, el Athletic, que empezó amagando, se diluyó, no tuvo ni disposición ni nervio. Tampoco reaccionó a los goles, fue un grupo muy plano, con contadas excepciones, pero como colectivo dejó bastante que desear y estuvo durante toda la segunda mitad a merced del ritmo que estableció su rival.
Viendo el comportamiento de los rojiblancos, cabría apuntar cierta desidia, acaso saturación, pero en cualquier caso la imagen, el rendimiento, no se ajustó, por insuficiente, a lo que se debe pedir a un club de Primera División. Perder, se puede perder, pero dando una sensación distinta a la presenciada ayer.
La primera mitad discurrió equilibrada. El Athletic empezó empujando, sobre todo por el costado de Susaeta, pero el paso de los minutos desactivó la iniciativa rojiblanca, el Eibar tuvo cada vez más balón y, aunque sin profundidad, ligó bastante juego, más según se aproximaba el descanso.
Sin continuidad. La labor de Insa y Lombraña, con Larrazabal cubriéndoles las espaldas, cundió, dando opciones a Codina, Yagüe y, sobre todo, a Cases, incisivo en la conducción. En la faceta creativa, el Athletic careció de continuidad, por más que Llorente se impuso en bastantes disputas aéreas, pero sus prolongaciones no hallaron acompañamiento.
En la batalla del círculo central, puede decirse que el Eibar salió vencedor, a los puntos. Su constancia, a partir de una acertada colocación que le evitó mayores preocupaciones en defensa, también dio para un par de intentos de gol, ambos frustrados por Etxeita, que se interpuso a remates de Yagüe y Cases. Zigor, por su parte, se llevó el mayor susto en una mala cesión de Urzelai que Etxeberria no acertó a culminar en boca de gol.
En la segunda mitad, ambos técnicos introdujeron tantos cambios que los equipos eran nuevos. Sin embargo, la tónica no varió en exceso, salvo porque el Eibar continuó creciendo y al calor de los goles ofreció sus mejores minutos, con acciones de una docena de pases que finalizaban en Iraizoz. Significativo. Los armeros pusieron en evidencia a los rojiblancos.
