Corneta, toque retirada

Yo digo Carlos Marañón

Corneta, toque retirada

Mundiales y Eurocopas son mundos distintos. Si no jugasen once contra once, con un solo balón y con Alemania siempre en medio del pasillo, pensaríamos que el Campeonato de Europa es otro planeta donde, a veces, incluso ganan los pobres. Veníamos de un Mundial con una lustrosa Italia treintañera y un Zidane espoleado por su adiós definitivo, cuando, al girar la esquina, chocamos con la Europa de los chavales. España, Rusia, Croacia, una Turquía sin rastro de los que quedaron cuartos en 1998, la Holanda de Van der Vaart y Sneijder... En este vaivén intangible en que se ha convertido el fútbol, hoy los culpables vuelven a ser los abuelos. "Lo más difícil es encontrar algo para reemplazar el fútbol, porque no hay nada igual", dijo una vez Kevin Keegan.

Pero la retirada de la selección es otra cosa. Un simulacro sólo para algunos elegidos que tienen ese privilegio, un primer aviso, un irse acostumbrando. Para otros, la mayoría, es un fantasma que nunca llega. Se muere en la orilla a la espera de la próxima lista del seleccionador, que nunca llega. Es el trágico destino de Raúl frente a los adioses negociados de Makelele, Henrik Larsson y compañía. Decir adiós a la selección se puso de moda hace algunos años. Algo sonaba a falso cuando escuchábamos a un veterano decir que quería dedicarse solamente a su club. ¿No era una excusa? ¿Quién dejaba a quién en realidad? Antiguamente, a uno dejaban de convocarle y sanseacabó. Era más duro, pero también más real. Sin olor a corrección política.