El lunes la FIFA le comunicó al Manchester United que archivaba la denuncia contra el Real Madrid mediante un escrito firmado por Jèrôme Valcke, secretario de la FIFA. En el comunicado se decía que no había caso formal: "A la vista de toda la documentación recibida no parece que por el momento se haya producido una ruptura de contrato del jugador, por lo que no hay caso formal". Caso cerrado y enfado monumental del Manchester United después de leer todo el escrito.

La cúpula directiva del club inglés está enfurecida y ahora mismo despistada porque ya no saben qué más hacer para boicotear la salida de Cristiano y retenerlo otra temporada. El enfado va desde Glazer padre, pasando por Glazer hijo, el director ejecutivo David Gill y, sobre todo, Alex Ferguson, que fue el principal promotor de que se elevase una queja formal a la FIFA.

Castigo ejemplar.

El técnico pensaba que el máximo organismo internacional le pondría un castigo ejemplar al Madrid (esperaba que el conjunto blanco fuera expulsado de la Champions la próxima temporada) y así se acababa el culebrón. Sin embargo, la jugada le ha salido mal, es consciente de que lo tiene todo perdido y que el anuncio del adiós del portugués es cuestión de días. Sólo tendrá que esperar a que Portugal termine su participación en la Eurocopa.

El problema para el Manchester, y sobre todo para Ferguson, es que ahora mismo no tiene más balas en la recámara. Se preguntan qué han hecho mal para que la FIFA no les dé la razón en un caso que ellos entienden que es claro (incluso intentaron llevarlo a su terreno con fotos publicadas en la prensa inglesa en las que se mostraba un encuentro de Cristiano Ronaldo con el preparador físico del Real Madrid Valter di Salvo el pasado mes de enero).

Estudiando los pasos que han dado en las últimas tres semanas han llegado a la conclusión de que ellos no han actuado mal. Piensan que ha sido la FIFA, a través de su presidente Joseph Blatter, la que le ha dado un trato de favor al Real Madrid y a Ramón Calderón y no ha estudiado bien todas las pruebas presentadas. Entienden que las relaciones entre la entidad madridista y la FIFA son inmejorables y eso ha sido decisivo para no castigar al club blanco.

Con este panorama, los Glazer son los menos reacios a vender al jugador. Le han vuelto a repetir a Ferguson que el dinero que obtuvieran por la venta del portugués sería única y exclusivamente para invertir en nuevas figuras que sirvan para reforzar la plantilla de cara a la próxima temporada.