Cierto es que Paraguay es una de las selecciones más incómodas y rocosas del planeta fútbol y cierto es que Francia mereció algo más, tanto como que los galos ofrecieron un juego anodino que no cuadra con la excelencia que prometen los nombres serigrafiados en la espalda de las camisetas bleus. Estando en el grupo de la muerte en la Eurocopa tendrán que mejorar mucho para no estrellarse.

A Francia le pesaron las piernas y el balón. El juego lento, caso geriátrico, de los galos fue el mejor escenario posible que podía encontrar Paraguay. Los guaraníes cedieron el balón sabedores que, a tan baja velocidad, era casi imposible que Francia les sorprendiera y, sin embargo, podían tejer algún contrataque peligroso. Aureliano Torres estuvo a punto de confirmar con un gol que el planteamiento era perfecto, pero Coupet, meta francés, salvó la ocasión. Henry, Benzema y Ribery, el trío ofensivo que juntó Domenech, empataron a inocencia en sendos remates que podrían haber adelantado a los galos antes de la llegada del descanso.

En el vestuario Domenech se dio cuenta de que el equipo necesitaba un revulsivo. Sentó a Makelele, Ribery y Henry y sacó a cambio a Lassana Diarra, Govou y Gomis pensando en que le darían tan buen resultado como ante Ecuador. Nada de eso. Francia aburrió tanto o más como en la primera mitad y a Paraguay no le dio por mejorar el espectáculo.

Justo Villar, portero guaraní, no tuvo que actuar ni una sola vez. Sólo hubo un remate francés que fuera a portería. y fue en el sentido literal de la palabra, ya que el disparo de Govou se estrelló en el poste cuando parecía que acabaría en la red. Pero los galos no deberían lamentarse demasiado porque igual de cerca del gol estuvo Paraguay en un remate de Da Silva que superó al meta Coupet pero no a Diarra, que salvó en la misma línea de gol.