Y el Getafe pudo respirar. El conjunto de Laudrup consiguió ayer, por fin, su merecido premio a una gran temporada. El empate a cero ante el Valladolid que, por contra, se jugará la salvación en la última jornada ante el Recreativo, daba a los azulones la permanencia matemática en Primera. Parece un mal sueño que un conjunto como el Getafe, un equipo que este año repetía su segunda final de Copa y que tuvo contra las cuerdas al mismísimo Bayern Múnich en la UEFA, haya tenido que esperar a la penúltima jornada para conseguir el objetivo más básico. Pero la realidad es que el Getafe llegó a este partido como el corredor de maratón que, tras completar una gran carrera, llega a los últimos kilómetros mermado de fuerzas y con la única obsesión de vislumbrar la meta que anuncia el fin de los 42,125 kilómetros.
A los de Laudrup les valía el empate, que es como plantearse ir trotando en los últimos kilómetros. El esfuerzo comedido y controlado de los azulones contrastaba con los intentos constantes de los blanquivioletas por encontrar el gol. El Getafe hizo su partido, atento en defensa y esperando al contragolpe. El equipo de Mendilibar, por contra, lo intentaba todo. Óscar Sánchez y Sisi intentaban generar peligro constantemente por las bandas siempre buscando el remate de sus dos jugadores más ofensivos: Llorente (15 tantos) y Víctor (9).
En la que probablemente era su despedida de la afición pucelana, Llorente no pudo firmar un brillante adiós en el Nuevo José Zorrilla. Tampoco tuvo suerte el Valladolid en las jugadas a balón parado, con la conexión Óscar Sánchez y Alexis en los saques de esquina.
Y los resultados que se estaban produciendo en otros campos no ayudaban nada a templar los nervios en Zorrilla. En el minuto 66, el Valladolid tuvo su ocasión más clara con un remate de cabeza de Aguirre al palo, sólo un minuto después de saltar al campo. Diez minutos después el joven portero Sergio Asenjo salvó a su equipo de dos ocasiones seguidas del Getafe, la más clara en el minuto 76 tras parar un potentísimo disparo desde lejos de Pablo Hernández. Nada que reprochar a ninguno de los porteros porque el Pato protagonizó otra milagrosa intervención ante Llorente en el minuto 48.
Tanta tensión dio paso con el fugaz 1-2 en La Romareda a una relajación injustificada en el conjunto blanquivioleta a falta de once minutos para el final, algo que enfado mucho a la afición. Los temores de la hinchada se cumplieron y el Zaragoza empató. Pero ya era tarde y el Valladolid se la jugará ya a la última carta.
