Güiza arranca pañuelos

Primera | Barcelona 2 - Mallorca 3

Güiza arranca pañuelos

Güiza arranca pañuelos

rodolfo molina / carlos mira

Liquidó al Barça en el alargue y encendió el Camp Nou

El Camp Nou despidió ayer a Frank Rijkaard. Lo hizo con respeto, y para eso dejó de lado los dos últimos años del holandés en el banquillo del Barça, huérfanos de títulos grandes. También aprovechó el seguidor culé, escaso en medio de un puente pasado por lluvia, para abroncar a los más malos de la película, a saber: Joan Laporta y su junta directiva, el secretario Txiki Begiristain, y los borrados del clásico Deco y Etoo. También recibió, de pasada, Thierry Henry, aunque con el gol (undécimo de su primera Liga blaugrana) frenó los ímpetus de aquellos que tenían más gana de gresca, cosa que no consiguió el hermano Samuel.

El Mallorca compareció algo tibio en su persecución de la zona UEFA. Sin la profundidad de Jonás, lejos Güiza de la portería que ayer defendía Pinto (¡qué pinta!) y relegado Ibagaza al banquillo, el equipo de Gregorio Manzano apenas tuvo llegada durante la primera parte. Pero este Barça de la tristeza, de la depresión profunda, es tan generoso con el rival que hasta con media ocasión concede goles.

Parecía tener el encuentro controlado el Barça, un choque sin nervio, como con aire distraído. Bastaba con buscar a Messi, siempre enchufado aunque juegue muy lejos del área rival, para mantener a raya a los Navarro y compañía. Pero el Mallorca aguantó con paciencia, incluso después del 2-0 (con pataleta de Etoo incluida, repateando el balón una vez dentro de la portería), y aguardó su oportunidad, y al final tuvo su recompensa. Porque el Barça resulta tan inexplicable cuando acierta como cuando erra. Si difícil es saber cómo llegó a ponerse con dos goles de ventaja, dado que pocos méritos había hecho, igual de complicado es contar cómo dilapidó esa ventaja. Porque este Barça juega como una suma de factores, de individualidades, de despistes, de regates, de rebotes, de churros, de aciertos, de choques, de golpes, de rabietas, de carreras, pero nunca, desde hace meses, como un equipo trabajado. Y como en el trabajo también se basa el rendimiento físico, en cuanto el Mallorca se encontró con el segundo aire le pasó la mano por la cara.

Güiza. Estaba 2-2 el partido, gracias a la participación no siempre voluntaria de Thuram. El central, que se irá del Barça en busca de otro club, cuando su físico parece recomendarle otro futuro, participó en los dos primeros goles del Mallorca. Borja Valero recogió una pelota al borde del área en el primero, tiró con la derecha y su disparo salió desviado en una pierna de Thuram, lo justo para batir a Pinto. Tres minutos después fue Webo quien recogió un despeje del francés y empató. Entonces se diluyó el trámite, con idas y vueltas de poca monta, con una llegada de Etoo que Moyà despejó a córner, hasta que Güiza dijo que no se iría del Camp Nou sin su chicharro. Liquidó a Abidal con un quiebro y marcó de derecha. Pañuelos para él y para este Mallorca que persigue el sueño de la Copa UEFA.