La Champions de Kun y Forlán

Primera | Atlético 1 - Deportivo 0

La Champions de Kun y Forlán

La Champions de Kun y Forlán

Un gol del uruguayo dio la victoria. Coloccini tuvo el empate en el 86'. Aouate detuvo a un brillante Agüero. El Depor estará en Intertoto con un punto

Supongo que tenía que ser así: sufriendo hasta el final, la grada al borde de un ataque de nervios, incapaz de mirar al juego, temiendo la tragedia. Sí, tenía que ser así. Pero cuando Ramírez Domínguez pitó el final estalló el Calderón, enloquecieron los jugadores y se enterró un decenio de mediocridad, de miseria total y lento regreso hacia la cumbre. El Atlético logró la Champions once años después y eso es hoy lo único que importa.

Sin misterio y suspense la vida no tendría sentido y el Atleti es la vida con un traje a rayas, así que empecemos por el clímax. Minuto 86. El Depor, tan motivado como si se jugase ganar la Liga, había ido encerrando al Atleti en su área a base de faltas laterales. Atrás quedaban las enormes paradas de Aouate y la hora larga de comodidad local. El miedo lo anegaba todo.

Y en una de esas desapariciones mágicas de la defensa rojiblanca, Sergio se encontró sólo con la pelota a dos metros de la portería. Se detuvo el tiempo. Y con él, los zagueros. Fueron cinco segundos que al Calderón le parecieron una eternidad. El deportivista levantó la cabeza y vio entrar a Coloccini solo, solito, solo. Era gol o gol. Y fue poste. No contenta con su primer favor, la diosa Fortuna evitó de alguna manera que el rechace instintivo de Antonio López se estrellase en el pecho de Leo Franco rumbo a la red. El balón acabó lejos de allí y espero que con él se alejasen las dichosas quejas del pupas y demás topicazos. La suerte hay que merecerla, amigos.

Y ayer el Atleti lo había merecido. Sobre todo sus dos héroes y su capitán, Forlán, Agüero y Maxi. Fue éste último el que contagió a todos sus compañeros una garra y una concentración a menudo inexistentes. Era día grande y se necesitaba un Simeone. Lo fue Maxi, persiguiendo cada balón como si fuera Marilyn Monroe. O casi. A su vera, Camacho y Raúl García ejercieron de lugartenientes con proyección. La actitud fue cosa suya.

Del fútbol ya se encargaban los de siempre. Agüero seguía inmenso, haciendo bien lo fácil, lo difícil y lo imposible, como un control y tiro en décimas de segundo que a cualquier humano le hubiera fracturado un par de vértebras. Pero Aouate le sacó tres clarísimas y, cuando le evitó, apareció De Guzman para cubrirle las espaldas.

Así que el gol fue cosa de Forlán, justo cuando el descanso y los nervios acechaban. Buen pase de la muerte de Maxi y remate según llega de Forlán que se cuela entre las piernas de Aouate. Merecida recompensa para el uruguayo, que lleva jugando muerto varias semanas y en vez de quejas ha emitido goles, carreras, esfuerzo infinito.

Por favor, que me perdonen los del Depor por su papel secundario en la crónica hasta el momento, pero su buen partido fue víctima de la fiesta rival. La derrota duele, pero menos. Se le escapa definitivamente la UEFA, con la que ya casi no contaba, pero sigue con la Intertoto, que hoy por hoy es casi lo mismo, bien enfilada. Le bastará un empate en Riazor ante el Villarreal para cerrar su resurrección con un viaje a Europa. Y la base promete.

Buen Depor. Ayer le faltó picante, con Xisco desaparecido. Pero el balón fue suyo durante mucho tiempo y siempre supo qué hacer con él. De Guzman hacía el trabajo sucio, mientras el resucitado Sergio ponía el talento y Wilhelmsson, la velocidad y la insistencia. Sin embargo, aunque Pablo cometió un penalti bobo sobre Riki, su ataque fue más sensación que realidad. Leo Franco no tuvo muchos más problemas que los que él mismo se creaba. Unos cuantos, por cierto.

Y así, entre el dominio visitante y los fugaces ataques locales, llegaron el susto de Coloccini, el final y el estallido. La afición se quitó de encima diez años, un descenso, el infame bienio en el infierno, muchos fichajes cómicos, tantas decepciones que ya ni dolían (demasiado), dolorosos chistes, tristes Intertotos y el adiós del único que honró la camiseta, Fernando Torres. Algunos incluso se acercaron a Neptuno, que les miró extrañado: ya ni se acordaba el hombre. Tal vez excesivo, pero comprensible. El Atleti está en la Champions y en el camino de vuelta a la grandeza. Ya era hora.

El detalle: Forlán y Kun, con la afición

Nada más acabar el partido, todos los jugadores del Atlético festejaron con la grada la consecución del triunfo que daba la Champions. Después de que se retirasen al vestuario, Forlán y Agüero, los más aclamados, volvieron a salir para recibir una nueva ovación y regalar sus camisetas a los aficionados.