Irónica penitencia en Son Moix

Yo digo Mario Ornat

Irónica penitencia en Son Moix

A uno le parecía una pésima idea jugarse la salvación frente a los campeones de Liga. Cualquiera alegará que no puede haber premeditación en esa circunstancia medio suicida, pero la verdad es que el Real Zaragoza reservó a seis futbolistas en campo del Valencia y luego se entregó durante el partido a uno de sus habituales ejercicios de indolencia o impotencia. Si no fue un error de acción lo fue de omisión. El empate de ayer, frente a un Real Madrid con la laxitud del fin de curso, deja al Zaragoza suspendido al borde del descenso. El partido resultó increíble, de todo punto. Las manos finales de Dudek coronaron una noche de perdones diversos en el área rival, similar en ese dramatismo al choque con el Deportivo. Fue en lo único en que se pareció. Ni hubo un gol heroico ni se apreció el espíritu de aquella noche. Lo primero resulta comprensible; lo segundo no hay cómo explicarlo.

El cruce de resultados y circunstancias de la jornada constituyó una conspiración en toda regla contra los intereses del Zaragoza. No hay que extrañarse. Son las cosas que ocurren por exponerse así. Por ganar, ganó hasta el Mallorca, que ahora se va a poner goloso con la UEFA en el último día. Si el gran pecado del Zaragoza todo el año ha consistido en su escasa producción fuera de La Romareda (una sola victoria, en Almería), el destino le ha encargado esta irónica penitencia: tiene que vencer en Son Moix para no irse a Segunda División.