¡Campeones, oé, oé!

¡Mejor ante el Barça! El alirón puede esperar. Y yo encantado, igual que miles de madridistas que anoche me transmitieron su estado de felicidad con la vista puesta en una fecha señalada: 8 de mayo, Bernabéu. Sí, el día del gran clásico. Sé que la Liga se puede ganar en Pamplona el próximo domingo, pero el personal está excitado con la posibilidad de llegar a esa noche del 8-M a ocho puntos del Submarino Amarillo. Sólo faltaría uno más para invadir Cibeles, que saldría tras tumbar al Barça con el Bernabéu a reventar y la afición enloquecida por la grata realidad que muestra la clasificación y el análisis frío de su juego. Y si toca 'alirón, chin pum' en el Reyno de Navarra, pasillo que te crió. El líder lo es por méritos propios. Nadie le ha regalado esta Liga 31. Ayer mismo, un magnífico Athletic se llevó tres en su mochila. La afición acabó gritando enloquecida el "campeones, campeones". El heroico Villarreal, a 10 puntos. El Barça de las desdichas y el gimnasio con overbooking, a 14. El Madrid es el equipo menos goleado (30) y el máximo goleador (71). El pueblo acabó haciéndoles la ola. Schuster, felicidades. La excelencia prometida ya está aquí.

¡Por fin! Un banquillo campeón ofrece recursos y Schuster lo demostró sacándose un conejo de la chistera. Pibito Ribot, boina verde de AS, nos anticipó en la víspera que Saviola era la sorpresa del alemán para el gran partido. El otro Pibito, el albicelete, justificó la apuesta de su mentor con el gol que encendió el primer chupinazo de la fiesta y firmando un partidazo. Sólo un 'pero'. El speaker se empeñó en opacar el jolgorio de la afición mientras celebraba el 1-0 con una música infernal y ruidosa que acabará echando del estadio a la gente que cree en los valores intocables del fútbol. Si el Madrid marca en su santuario sagrado, sólo tienen derecho a abrir la boca los jugadores y el pueblo. La discoteca y los after hours, los fines de semana. Desde el cariño...

Iker Zamora. De Casillas he escrito tanto que resulta redundante incidir en ensalzar a este genio de las porterías al que veo como Nadal. Te levanta un 4-0 cuando menos lo esperas y hace milagros como si los regalaran. Iker debutó ante el Athletic hace nueve años y otra vez ante los jabatos de Caparrós protagonizó una actuación digna del mejor portero de la historia del Real Madrid. Así de claro. El penalti sólo fue una muesca más en su revólver plagado de balas de plata. Sacó dos cabezazos como Gordon Banks. Y eso que tiene guantes de cuatro dedos. Cuando le pongan el quinto, el Madrid ganará jugando sólo con el portero...

Sanfermín. A Pamplona hemos de ir. Me lo dicen los amigos de Piloña de Infiesto (Asturias), Medina del Campo (Valladolid), Carchuna (Granada), Pola de Gordón y La Bañeza (León). Se sienten madridistas. O sea, campeones.