El tímido que no se atrevía a saludar a Iribar y lo ha vivido todo

El tímido que no se atrevía a saludar a Iribar y lo ha vivido todo

Armando Ribeiro (Sopelana, 37 años) tiene la ilusión de un debutante. No por edad, sino por sentimiento. Está en el Athletic, el equipo al que siempre ha querido y ha visto inaccesible desde la distancia. Demasiados rodeos para llegar al lugar con el que había soñado de niño. Tímido, reconoce que le daba vergüenza saludar a su ídolo Iribar cuando se lo cruzaba en el pueblo. Rompió la barrera cuando le convocó para jugar con la selección de Euskadi. Ahora, disfruta de las conversaciones con El Chopo, que pasa todos los días por Lezama.

Se cruzó media cornisa cantábrica (Ugeraga, Logroñés, Sporting, Bermeo, Alavés y Barakaldo) antes de dar el primer gran paso de su carrera: fichar por el Cádiz. Allí cambió su vida, porque "estaba muy enmadrado". Ya casado con Susana, se montó en el coche con un niño de meses (Alain) y el proyecto de un segundo (Iban). Su carisma y profesionalidad le dieron la titularidad y capitanía en el Ramón de Carranza, donde todavía le están agradecidos. No sólo por sus paradas, también por su compromiso. En la temporada 2001, protagonizó junto a sus compañeros un encierro para reclamar el dinero que le adeudaba el club, que acababa de cambiar de dirigentes. "Había que sacar adelante a las familias". Muchas de esas noches de protesta, durmió al lado de su hijo mayor. En el vestuario. Merece un gran respeto.