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Primera | Deportivo 1 - Real Madrid 0

El Depor saca lo peor del Madrid

Pepe marcó en propia puerta. Los gallegos extrajeron lo máximo de un esquema ultradefensivo. Terrible imagen del líder, plano en ataque

Actualizado a
<b>LAFITA DIO GUERRA. </b> El joven futbolista del Deportivo dio mucha guerra a la zaga del Madrid, sobre todo en la primera parte. En la segunda, los defensas blancos se emplearon más a fondo con Lafita, como en la imagen superior, en la que el jugador aragonés cae ante el marcaje de Torres.
LAFITA DIO GUERRA. El joven futbolista del Deportivo dio mucha guerra a la zaga del Madrid, sobre todo en la primera parte. En la segunda, los defensas blancos se emplearon más a fondo con Lafita, como en la imagen superior, en la que el jugador aragonés cae ante el marcaje de Torres.

Para explicar lo que sucedió tomaremos como guión la puntuación de los jugadores en la ficha adyacente. Hay quien asegura que es lo único en lo que se fijan los futbolistas, en su nota, y puedo asegurar que el asunto despierta no pocas polémicas entre ciertos aficionados, que quizá nunca lleguen hasta esta línea. El hecho es que se tolera mejor una crítica despiadada que un cero y se disfrutan más tres ases que un elogio de 3.000 palabras. Nos sucedía igual en la escuela: preferíamos los ochos a los ánimos. Admitámoslo: fingimos ser poetas, pero queremos que haya dónde agarrar.

Vaya por delante que perdió el Madrid, si es que aquello fue el Madrid. El detalle de las calificaciones se desglosa así. Casillas tiene un as porque paró una, la única, rasa y cruzada, más de mancharse que de talento. El Deportivo no tiró más y el gol lo marcó Pepe, lo que exime al portero de toda responsabilidad. Pudo librar ayer, ir al cine.

La evaluación de la defensa, ya lo anticipo, levantará ampollas. En concreto, la que tiene que ver con los laterales. Miguel Torres y Heinze, ambos acompañados de un as en la tablilla de calificaciones, fallaron clamorosamente como interiores y extremos. No desbordaron nunca y se les recuerdan pocos centros al área, ningún pase de gol. Y también es muy cierto que en sus incorporaciones al ataque retrasaron más balones de los que adelantaron. Sin embargo, cumplieron como defensas, como laterales sencillos y correosos, lo que son.

Aquí se localiza la gran perversión del sistema de Schuster. Pretender que los laterales se comporten como extremos es una ingenuidad y hacer depender de ello al equipo resulta una aberración. Torres no es Garrincha, ni se le debe culpar por eso. Y Heinze es un gran especialista defensivo, pero no otra cosa. El Madrid no se atasca por culpa de los laterales. Es evidente que las carencias tácticas se disimulan con la polivalencia de Sergio Ramos, pero el equipo se frena antes, en el dibujo.

Grave.

No existe ni creación ni profundidad por banda. Diarra parece un poste y Sneijder es Robin en busca de Batman; necesita un jefe. Querer que el equilibrio del equipo recaiga en Guti es injusto y es no conocerle. Drenthe es un becario, Raúl merece pasar por el banquillo (sin dramas, temporal) y Soldado ha perdido la confianza. Estos ceros se justifican así.

Si conviene ser más generoso con el Deportivo es, únicamente, porque ganó. Lotina planteó el partido desde la economía de guerra: cinco defensas, orden espartano, De Guzmán con el garrote, Lafita suelto y Xisco enviado a morir por la patria. No se puede reprochar tanta precaución en un equipo que está (o estaba) a dos puntos del descenso, pero la conjunción de ese planteamiento con el juego del Madrid resultó penosa.

El líder (que lo es y no lo olvido) dominó con exageración, tocó y tocó, y como rebotaba en los laterales al buscar una salida, volvía a tocar de regreso. Así pasaba el tiempo, sin que el Madrid tuviera otra esperanza que las chispas que saltan de tanto frotar piedras, una ocurrencia de Guti o una pillería de Raúl, algo, lo de siempre.

Irregular.

El Depor no se estiró apenas, aunque eso no impidió que Lafita exhibiera unas condiciones formidables. No obstante, el entusiasmo que nos causó fue de más a menos, y al rato pasó de virtuoso a coleccionista de caños. Jugar al fútbol incluye una visión más universal de la existencia. De ahí su único as.

Muy pronto concluimos que la única opción de que el Deportivo marcara un gol pasaba por una jugada a balón parado, quizá un córner. Olvidamos la posibilidad del accidente o del gol en propia puerta. Craso error.

Al poco de iniciarse la segunda mitad, el ex madridista Luis Filipe completó su única internada por banda, su as de picas. Primero sorteó a Guti y Torres; después superó a Diarra. Su pase se dirigía a las manos de Casillas cuando Pepe metió la pierna de forma intuitiva y desvió a la red. El central había firmado lo mejor y lo peor del partido. Sus arrancadas y su velocidad en el corte fueron lo único distinguido en el Madrid, y la desgracia no basta para condenarle.

El Deportivo se encontró entonces en el escenario perfecto. Su táctica había pasado de ser conservadora a parecer heroica, y el equipo se multiplicó con esa sensación. El público también.

Después de unos minutos de irritante inacción, Schuster dio entrada a Robinho, Higuaín y Baptista por Drenthe, Soldado y Heinze. El líder se acercó unos metros al área de Aouate, pocos, porque Robinho es un sombra. El primer y único tiro a la portería, que no entre los palos, se registró a falta de diez minutos para el final. Sneijder, fuera.

Con el Madrid volcado, si el Depor no marcó más goles es porque no los tiene. Guardado y Riki tuvieron ocasión, pero necesitan mil. El equipo gana los ases corriendo. No pasó nada más. Eso es lo terrible para el líder: el desierto.