Desde que el Real Madrid empató con el Barcelona (3-3) en su última visita al Camp Nou, hace hoy un año, los blancos han sacado 13 puntos a su rival. Los madridistas llegaron cinco puntos por debajo a aquella cita y ahora aventajan en ocho al Barça. La influencia de aquel partido sigue intacta. El empate a tres entre el Barcelona y el Madrid significó un cambio de tendencia deportiva y anímica, que culminó con la victoria madridista en la Liga después de remontar cinco puntos. En los blancos todavía perduran los valores de los que hizo gala en aquel encuentro y en los siguientes. El Barça no ha vuelto a recuperar ni la confianza ni la regularidad. Ayer se vio. Pero recordemos cómo era la vida hace un año. Además de los cinco puntos que separaban a los eternos rivales, había una distancia literaria entre Barcelona y Real Madrid, que representaban, respectivamente, el derroche y la tacañería.
Ocaso. Aunque eso no significa que el clásico simbolizara el enfrentamiento de un equipo en esplendor contra otro en retroceso. Antes de esa fecha, culés y madridistas habían sido eliminados de la Champions (por Liverpool y Bayern), lo que hacía pensar en la joven decadencia del Barça y en la vieja decadencia del Madrid, como escribió Alfredo Relaño en su editorial de la víspera. El Barcelona era un grupo opulento, pero la concentración de egos comenzaba a hacer irrespirable el ambiente. Ronaldinho había marcado 17 goles, pero apenas se entrenaba. Etoo volvía de una lesión y forzaba su titularidad. Rijkaard parecía superado, pero el equipo era líder. En el Madrid la situación era mucho peor. Capello había declarado la guerra al mundo y defendía la titularidad de Emerson como un asunto personal. En enero apartó a Beckham, que fue indultado un mes después. Ronaldo había sido vendido en el mercado de invierno y Cassano se encontraba en paradero desconocido. Y el saneamiento no había mejorado el fútbol del equipo, más bien al contrario. Con ese panorama, el partido del Camp Nou se presentaba agónico. Para colmo, el italiano no podía contar con los lesionados Beckham, Reyes, Roberto Carlos y Cannavaro, cuya baja fue recibida con alborozo general. En la hora de la verdad, Rijkaard sacó lo que tenía y Capello dejó a Emerson en el banquillo, formando un once que no es muy distinto del actual: Casillas; Salgado, Helguera, Ramos, Torres; Gago, Diarra; Raúl, Higuaín, Guti; y Van Nistelrooy. La transformación fue asombrosa. El Madrid se exhibió ante el Barça y sólo el hat-trick de un gran Messi impidió la victoria.
Consecuencias. Aunque la diferencia se mantenía en cinco puntos, el partido elevó al Madrid y deprimió al Barcelona. Y entonces coincidió la remontada con la autoliquidación. Todo cambió de pronto y todo sigue girado todavía. El Barça se descubrió mortal y aún no lo ha superado. Ronaldinho no ha vuelto y las lesiones amenazan a Messi. Henry es invisible. El Madrid también es humano, de acuerdo. Pero lo disfruta. A ocho puntos, concretamente.
