En el Real Zaragoza la semana siguiente al ridículo del Sánchez Pizjuán se ha instalado un deseo vertical de atajar la caída libre en la clasificación que se exterioriza a través de reuniones. Los jugadores llevaron a cabo su conjura de motu propio y en privado el martes antes del entrenamiento, testigo que han recogido los máximos responsables del estrato técnico del club: Miguel Pardeza y Pedro Herrera. Ambos se han reunido en los dos últimos días (el mismo martes y ayer) con algunos de los pesos pesados del vestuario para, en primer lugar, conocer cómo palpita el grupo y, en segundo, alimentar la unión y el compromiso de todos.

La línea ideológica que gobierna el presente en el fuero interno del Zaragoza fue la que Eduardo Bandrés dibujó a grandes rasgos el día siguiente a la derrota ante el Sevilla. "Exigiremos más compromiso, implicación y agresividad", resumió el presidente. Los jugadores asumieron el mensaje y se lo grabaron a fuego en su conjura del martes: hay que mejorar la actitud y la unidad. Pardeza y Herrera han dado el siguiente paso con varias reuniones por separado con los referentes del vestuario (Diego Milito, César, Ayala, Luccin, Zapater...) para fortalecer esa idea de 'todos a una'.

La respuesta emocional y verbal de los protagonistas está siendo la de todos a una, hay compromiso y hay unión. Y el firme propósito de enmendar los repetidos fracasos a domicilio, aunque hasta la fecha las intenciones y las palabras no se han visto proyectadas sobre el césped. Pardeza y Herrera han comprobado que la plantilla está por la labor y que todos reman en la misma dirección (como explica César). La decisión de pulsar el sentir de la plantilla de primera mano no es novedosa: el club ya se reunió con cuatro pesos pesados en noviembre para consultar el compromiso del grupo con Víctor Fernández.