Messi y Henry silencian Celtic Park

Liga de Campeones | Celtic 2 - Barcelona 3

Messi y Henry silencian Celtic Park

Messi y Henry silencian Celtic Park

AP

Messi, autor de dos tantos, fue el mejor del encuentro. El Celtic dio total libertad al Barcelona y mereció salir goleado. Henry se reivindicó con un segundo gol antológico.

24. Esos fueron los lanzamientos que el Barcelona realizó sobre la meta de un afortunado Boruc. 9 de ellos fueron entre los tres palos por 3 del Celtic. La cifra deja bien claro la superioridad blaugrana en la noche de hoy. El conjunto escocés mereció salir escándalosamente goleado de su feudo, donde se había hecho fuerte en esta Champions ganando todos sus encuentros, pero aún así, la victoria debe darse por buena simplemente porque parecía que nunca iba a llegar y no estuvo nada clara hasta diez minutos antes del final.

Decepcionó el Celtic desde el comienzo. Todo apuntaba a una avalancha ofensiva desde antes del inicial. La batalla debía arrancar en la grada, con un público que sabe que las posibilidades de su equipo pasan por aprovechar el fortín que es Celtic Park. Pero los de Glasgow, como decía, abandonaron su propia filosofía. A Gordon Strachan, que afirmó antes del encuentro que eliminar al Barcelona sería como ganar la Champions para su equipo, debieron entrarle los miedos a última hora y dio directrices ultraconservadoras a sus hombres. Nada de ataque constante, nada de verticalidad, nada de no dar ni un respiro al rival. En lugar del eso, el Celtic optó por encerrarse en su campo, realizando incluso una presión tímida hasta que el balón se acercaba a su área.

El Barça por su parte hizo lo que se esperaba de él. Los de Rijkaard recuperaron el 'abc' de su fútbol, tener el balón, tocar y tocar, y hartarse de paciencia. Con esos conceptos, y conscientes de su superioridad técnica, al Barcelona no le costó hacerse dueño y señor del encuentro. Resultaba incomprensible que el Celtic renunciara a su mejor arma en su propia casa, que cambiara de un modo tan radical su estilo.

Durante el primer cuarto de hora, el Barça arrasó, literalmente, a su rival, y tuvo dos clarísimas ocasiones, en las botas de Iniesta y Henry, que no terminaron el gol gracias a la zaga comandada por Boruc. Esa fue la diferencia poco después. En pleno asedio blaugrana, una acción sin aparente peligro de McDonald en el área acaba rechazada en los pies de Naylor, que pone un centro medido en la cabeza de Vennegoor of Hesselink y el holandés no perdona. La injusticia hecha fútbol.

El golpe era durísimo. Si jugando así se iba perdiendo, qué más se podía hacer. Pero quedaba mucho, y si algo debe tener el Barcelona, más aún actualmente, es fe en su sistema, en su ideología de juego. La tuvo y le funcionó. Dos minutos le duró la alegría al Celtic, lo justo para que Messi entrara en acción y empatara el encuentro culminando una gran pared con Deco. Todo volvía a empezar, pero con la ventaja de haber marcado ya un gol a domicilio.

El choque recuperó el status quo anterior a los goles. El Barça acometiendo una y otra vez en área escocesa, pero con una diferencia. De nuevo aparecía el mayor estigma de este equipo en los últimos tiempos, la falta de pegada. Tras hacerlo todo bien, dar vueltas y más vueltas buscando el hueco adecuado, el momento propicio, faltaba decisión para tirar, algo tan sencillo como eso. Si no se intenta no se marca. La buena noticia era Ronaldinho. El '10' estaba rindiendo a un nivel más que aceptable, y con Messi estaba siendo el mejor, muy activo y lejos de del conflicto con su propio ego que le obligaba a buscar casi siempre una salida individual.

Cierto es también que el Barcelona tenía ya el miedo en el cuerpo. No tanto por el peligro del rival, sino más bien por el peligro de su propia defensa, donde Márquez y Milito demostraban que no terminaban de funcionar. Los miedos se acrecentaron en el minuto 37, cuando la historia se repitió y el Celtic, si hacer prácticamente nada, se ponía de nuevo por delante en el marcador. Simplemente descorazonador. El gol de Robson, haciendo falta a Milito, era para hacérselo mirar. La fiabilidad blaugrana atrás vuelve a estar en entredicho, si es que alguna vez dejó de estarlo.

Henry y Messi sacan la varita

A la salida del túnel de vestuarios todas las miradas se centraban en el banquillo del Barça, donde permanecía Eto'o. Por el momento no cundía el pánico en el equipo 'culé'. Realmente tampoco había razones para cambiar. Las fuerzas no flaqueaban y los que estaban lo hacían muy bien. La entrada del camerunés, recién salido de una lesión, podía haber sido incluso perjudicial, y el tiempo dio la razón a Rijkaard, hoy en la grada. El Barcelona siguió a lo suyo, martilleando a su rival, que dicho sea de paso, tenía las mismas carencias para sacar el balón que el conjunto español en defensa, pero multiplicadas por diez.

Nakamura, la gran amenaza, apenas entraba en juego y no había dispuesto hasta el momento de lanzamientos a balón parado para mostrar toda su clase. Una buena muestra de las limitaciones locales fue la jugada del segundo tanto azulgrana. La defensa escocesa regaló el balón a Ronaldinho en la mitad de propia cancha, el brasileño se la dio a Henry que avanzó y, desde la frontal, sin que nadie le presionara, se sacó un disparo al palo largo ante el que nada pudo hacer Boruc. Obra de arte del francés, que inmediatamente mandó callar al público en uno de esos gestos que de vez en cuando pueden permitirse jugadores de su autoridad futbolística. Y, de hecho, se hizo el silencio.

Tras el tanto, y con la entrada de Xavi por Deco y Eto'o por Ronaldinho (ovacionado por el público británico), el dominio blaugrana se tornó en escandaloso, y los datos de posesión, escalofriantes, 75% para el Barcelona. Lo incomprensible es que el Celtic llevara en su haber dos tantos. El Bça llegaba ya de todas las maneras. A balón parado estuvo a punto de lograr el tercero Milito, pero su remate de cabeza, en posición muy franca, fue directamente a las manos de Boruc. La justicia futbolística volvía a ser esquiva al Barcelona.

La rueda de la fortuna se negaba a girar a favor del Barcelona, pero los de Rijkaard mostraron una actitud soberbia. Nunca se cansaron de intentarlo y demostraron, por fin, creer en lo que hacían y sobre todo en como lo hacían. La recompensa tenía que llegar, y finalmente así lo hizo. No había otro final posible. No hoy. El honor de adelantar a su equipo recayó en Messi pisando el balón con la sagre fría de los grandes depredadores (a lo Puskas en Wembley), que completaba así un encuentro sensacional.

Sólo cuando se vio por detrás en el marcador se lanzó al ataque el Celtic. Después de desperdiciar 79 minutos de juego, los de Strachan querían arreglarlo todo en el último momento y con prisas. Así les fue, no sólo no se acercaron al gol, sino que pudieron encajar el cuarto de no ser un paradón de Boruc, el mejor de su equipo, a tiro de Henry. El Barcelona mereció golear y sentenciar la eliminatoria, pero la victoria, según se desarrolló el partido, era para estar satisfechos.