Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao son los equipos más amonestados en lo que va de Liga, dato que va ligado al fuerte carácter de los entrenadores que los dirigen. Javier Aguirre en el Atlético y Joaquín Caparrós en el Athletic han transmitido su forma de entender el fútbol, que deriva más hacia la combatividad y la agresividad que hacia otras tendencias más políticamente correctas.

Esa inclinación por el juego aguerrido y competitivo la demostraron sus equipos desde que empezaron a entrenar en la Primera División española. Con ellos al mando de Osasuna y Sevilla, surgió una encendida rivalidad, nueva en el fútbol español, tan alimentada durante tres años que aún no se han apagado los rescoldos.

Aguirre dejó Osasuna por el Atlético en 2006 y la media de tarjetas mostradas a ambos equipos apenas ha variado. El Atlético, antes de la llegada del técnico mexicano ya era un equipo propenso a los castigos (es el club con más expulsados en la historia de Primera) y Osasuna también suele pecar por ese lado.

En cambio, el contraste llama más la atención en el seguimiento de los equipos de Caparrós. No por el Sevilla, que sigue más o menos en su línea tradicional. Pero los dos años de Caparrós en el Deportivo sirvieron para que el bajo promedio de tarjetas del equipo gallego se disparara, lo mismo que sucede ahora en el Athletic después de un par de temporadas con los leones dormidos.