Castigo a la indolencia

Primera | Almería 2 - Real Madrid 0

Castigo a la indolencia

Castigo a la indolencia

El Almería superó en todo al líder. Los fallos de Cannavaro, decisivos en los goles locales. Van Nistelrooy tuvo que retirarse lesionado al descanso

El Madrid ha ganado bastantes partidos como los de ayer, haciendo poco y golpeando fuerte, sin que nos atreviéramos a criticar muy alto. Sobre victorias así ha construido su fama de equipo con los puños de piedra. No niego que haya jugado bien por momentos, pero su estilo nunca ha sido totalmente estético, lírico, me dice Gatti. Su fortaleza, hasta ahora, había sido la fe, creérselo, y desde esa convicción se desencadenaban el resto de virtudes, la agilidad, el talento, la inercia y también, por qué no, la suerte.

No es raro que quien ha salido de aprietos parecidos termine por asumir que todas las tormentas escampan. Intuyo que los futbolistas del Madrid no perdieron la esperanza de remontar hasta muy tarde, cuando la realidad se precipitó como un yunque. Recordaban, imagino, goles en desiertos parecidos y ante rivales igualmente inspirados, Getafe, Murcia, tantos.

Sin embargo, existían ciertas diferencias. Para empezar, esta vez no estaba Van Nistelrooy, que había abandonado el partido en el descanso con un golpe en un tobillo. Es imposible saber si él hubiera acudido al rescate, porque estaba recién recuperado de una gastroenteritis y andaba medio desvanecido, pero su instinto representa el segundo mástil en este barco de dos palos que es, en demasiadas ocasiones, este Real Madrid.

Error. Schuster cubrió la ausencia del holandés con Higuaín y es evidente que el cambio no resultó un acierto, porque dejó al equipo sin delantero centro y sin referente en ataque. La omnipresencia de Raúl impide fijarlo en un punto y al argentino le sucede justo lo contrario: domina un lugar (la mediapunta) y le desplazan a otro (la banda, la nada). Entretanto, Soldado, el delantero centro suplente, mascaba su pena en el banquillo. Su temporada está siendo de bolero: le aman, le desprecian, le añoran y le vuelven a ignorar.

Pero había otra diferencia con respecto a partidos similares: el Almería. Se trata de un equipo pero podría ser un ejército con tutú o un ballet con bayoneta. Los jugadores se mueven como esas bandadas de pájaros que vuelan en formación para ahorrar energía, y dibujan la punta de una lanza o el perfil de un escudo. La consecuencia es que parecen más, doce o trece, porque siempre hay un par de voluntarios para asaltar a quien domina un balón.

No obstante, el equipo es mucho más que un grupo disciplinado. Si el Almería doblegó al Madrid se debió, en gran medida, a que alineó un mejor centro del campo. Así de simple. Corona y Melo derrotaron a Guti y Sneijder, mientras Juanito superó a Diarra por el valor de un gol contra nada.

Esa fue, por cierto, la primera sorpresa del encuentro: la titularidad de Diarra. Había llegado con un día de retraso de la Copa de África y no había completado un solo entrenamiento. Y tampoco recuerdo a nadie que lo hubiera echado de menos. Tal vez Schuster.

Esa quiebra del orden moral, para quien crea en el orden y en la moral, puede significar un desafío a los dioses y a la fortuna. Es verdad que no tuvo ese efecto en una situación similar, cuando el entrenador apostó por Robinho después de que el chico hubiera lucido en Brasil la colección otoño-invierno de camisinhas e impermeables. Pero Robinho es Robinho y Diarra no es la mitad.

Con esa base, el Almería dominó pronto el combate y centró su primer objetivo en quebrar el ritmo del rival, en ahogarlo. Pese a todo, y como al Madrid se le caen las monedas de los bolsillos, Raúl disfrutó de una oportunidad extraordinaria a los cinco minutos: el capitán acunó con la zurda un pase largo de Cannavaro y su vaselina se posó poco más allá del larguero.

Al cuarto de hora se adelantó el Almería. Todo comenzó en una falta señalada sin motivo a Sergio Ramos, que había disputado el balón con limpieza en la banda derecha. Quizá para zanjar la polémica, Corona sacó rápidamente en corto y Crusat disparó hacia el área, raso, sin temple ninguno, buscando más el rebote que el remate.

Entonces Cannavaro ejecutó un gesto imposible. En lugar de despejar con el pie, con cualquiera de los dos, el italiano saltó para caer en posición de decúbito prono, que es yacer con la cabeza boca abajo. De esa guisa, como una salamanquesa, trató de cabecear la pelota. Juanito, más prosaico, aprovechó el rechace y marcó gol. Casillas, que todavía tuvo tiempo de despejar, lo hizo desde dentro de la portería.

Tal y como había planeado Emery, el encuentro carecía de ritmo y los esfuerzos del Madrid se alternaban con contragolpes del Almería, que estaba mucho más cerca del gol. En ese escenario, Melo y Corona aportaban el fútbol y Negredo, el imán. El ex madridista enloqueció a la defensa contraria de espaldas y de frente, especialmente a Cannavaro, que trepó por su chepa como un koala. Por cierto, qué buen suplente de Van Nistelrooy se ha perdido el Madrid.

Inspiración. Diego Alves fue el siguiente jugador del Almería en manifestarse. Al verle despejar el balón con los pies se entiende que sea brasileño y guardameta: tiene los empeines girados. Esa primera desconfianza se compensa cuando se descubren sus buenos reflejos. En los instantes de mayor acoso madridista, Diego Alves se comportó con la agilidad de un portero de balonmano, sin atrapar un balón, pero desviándolos todos.

A los 37 segundos de la reanudación, Corona abrió para Crusat, el extremo logró centrar pese a la feroz oposición de Sergio Ramos y Cannavaro arrolló a Negredo como si fuera un talgo. El penalti resultó completamente absurdo, ya que el delantero se disponía a controlar de espaldas. Pero Cannavaro no es el rey de la sutileza. Es más, por mucho que lo intentemos, todavía no se ha librado de la sombra de la sospecha, que es la sospecha de la impostura. Si no hay grandes filtros para alcanzar la presidencia de los Estados Unidos, por poner un ejemplo, no encuentro tan improbable el caso de un central que llega, sin que sepamos cómo, a campeón del mundo y world player.

Negredo transformó el penalti y abocó al Madrid a un milagro de tamaño XL. Y hay que admitir que a eso se puso el equipo, aunque sin demasiado concierto. Si la defensa sin Pepe y sin Heinze se queda en una línea menor, en situaciones así es cuando el centro del campo se revela como el punto más débil del equipo. Guti es inconstante y no basta. Y Sneijder tampoco es un líder. Eso deja a Diarra y su única especialidad (robar balones y mantener la posición) como un lujo totalmente imperdonable.

Fruto de la insistencia, el Madrid se acercó media docena de veces y se tropezó en todas con la falta de puntería o con la inspiración de Alves, casi a partes iguales. Mejoró con la entrada de Balboa, que corrió la banda con suficiencia, pero no había juego, ni música. Es más, mientras eso ocurría, el Almería desperdiciaba muchísimos contragolpes que se quedaban a medio metro de la sentencia.

Emery sustituyó a Corona y Negredo, porque hasta los buenos entrenadores son indescifrables, pero apenas cambió nada en el Almería, que disfrutó de su triunfo mucho antes del pitido final. Es un gran equipo. También el Madrid, pero le queda controlar estas ausencias, entender la derrota de ayer y la suerte de antes.

El detalle: Schuster castiga a los jugadores

El alemán se molestó con sus jugadores por la pobre actitud del primer tiempo ante el Almería. Por ello, ha decidido darles un toque en forma de castigo. En principio iban a librar hoy y mañana, lunes. Pero tras la derrota rectificó y hoy les hará entrenar en Valdebebas (11:00 horas). La plantilla está molesta.