El plan secreto de Schuster

El plan secreto de Schuster

Cuando Schuster insinuó el origen catalán de un árbitro para explicar su actuación, le criticamos sin rodeos. También lo hicimos, algo desconcertados, cuando señaló a otro árbitro después de empatar en Alicante. Sin embargo, en ambas ocasiones recuerdo haber escuchado a alguien deslizar una teoría maquiavélica. Según la hipótesis, con esas declaraciones tan descaradamente provocadoras, Schuster pretendía atraer las críticas hacia sí y liberar de ellas a los jugadores. Es decir, distraernos del asunto, del partido. He terminado por creerlo. Tal vez Schuster sea más reflexivo que impulsivo, y quizá sus cambios de humor no sean otra cosa que cambios de estrategia. Tampoco descarto que su pasado de prima donna mantenga en alerta nuestra susceptibilidad. Cuenta John McEnroe que 20 años después de su retirada del tenis, la gente todavía espera (y desea) que destroce algo a raquetazos.

El Schuster que nos descubre la entrevista de Tomás Roncero no parece un improvisador ni un pendenciero. Cada una de sus respuestas resulta razonable y no hay mención a un futbolista que no incluya un mensaje de aliento. Cuando habla de los titulares se manifiesta con el entusiasmo de un padre y cuando se refiere a los suplentes se maneja con la moderación de los libros de autoayuda. No justifico su repentino mal carácter en las conferencias de prensa, ni siquiera como la reacción de un perfeccionista ante lo que no encaja. Pero saber que tiene un plan y funciona le mejora el perfil y el gruñido.