El Madrid se olvida de jugar

Werder Bremen 3 - Real Madrid 2

El Madrid se olvida de jugar

El Madrid se olvida de jugar

REUTERS

Un conjunto de enormes limitaciones, como el Werder Bremen, dejó en evidencia a un mediocre Real Madrid, que tuvo en Robinho a su mejor hombre y que completó uno de los peores partidos defensivos que se le recuerdan en los últimos tiempos.

Las visitas del Real Madrid a Alemania han sido durante largo tiempo un viaje al infierno, una ocasión para revivir algunas de las peores pesadillas de su dorada historia. Cuando el fútbol alemán dominaba Europa, sus clubes abusaron del Madrid y lo dejaron en evidencia con frecuencia. Ahora que los equipos alemanes están muy lejos de ser los mejores de la Liga de Campeones, el Madrid no quiere que se pierda la leyenda y consigue que un conjunto de grandes limitaciones como es el Werder Bremen se crea el mejor de Europa. Se inventó un rival donde apenas había nada. El Madrid se va superando día a día y en cada partido es capaz de jugar peor que en el anterior.

Se puede admitir la derrota en territorio alemán, pero no es aceptable la imagen mediocre que lució el equipo que entrena Bernd Schuster. La defensa fue la mejor arma ofensiva del Werder, el centro del campo una zona donde los alemanes se movieron con comodidad y el ataque quedó reducido a la inspiración de Robinho, el único que ofreció un nivel cercano a lo aceptable, pero al que, como casi siempre, le faltó continuidad.

A los cuatro minutos, con los espectadores aún acomodándose en sus asientos, se anunció lo que sería el partido. Fritz centró desde su banda derecha, Sanogo controló mal y el balón acabó en los pies de Rosenberg, que la pegó mal y superó a Casillas. El gol fue un buen resumen del choque: avances sin demasiada imaginación y con limitados recursos técnicos de los alemanes que terminaban convertidos en peligrosos ataques gracias al desastroso trabajo defensivo del Madrid.

Los centrales

Pepe y Metzelder defendieron de la peor forma que uno puede imaginar que es capaz de hacerlo una pareja de centrales. Parecían dos desconocidos obligados a moverse por la misma zona, sin ninguna compenetración ni efectividad. En particular el alemán Metzelder, al que tampoco le ayudó su compañero Marcelo, que entendió el lateral izquierdo como una carretera con un único sentido, el ataque. Defendió de forma pésima, transmitiendo una falta de concentración y de sentido táctico preocupantes. Por su banda llegaron los tres goles del Werder. Ni siquiera Sergio Ramos, cansado y al que apenas se le vio correr la banda, respondió a su prestigio. Casillas tampoco tuvo su mejor día y aún así salvó un par de ocasiones claras de gol.

No fue mucho mejor el desempeño del centro del campo. Diarra y Gago volvieron a formar la pareja de mediocentros y volvieron a demostrar que no quieren, no pueden o no saben jugar juntos. Ni aportan ideas ni trabajo de contención. Y en ese agujero acaba perdiéndose Guti, que se movió con libertad por delante de ellos pero apenas entró en contacto con el balón. Y cuando lo hizo se inventó un pase que acabó en gol de Van Nistelrooy. La conclusión parece clara. Da igual quien juegue en el Madrid, porque si Guti no está inspirado, el equipo no existe.

Pese a todo, Robinho, el mejor de los suyos, equilibró el resultado con un gran gol. Pisó el área por la izquierda y con sutileza situó el balón lejos de las manos del portero. Antes, el brasileño desperdició el empate al fallar en un mano a mano.

Desequilibrio

El espejismo desapareció cerca del descanso, cuando el desequilibrio del Madrid permitió adelantarse otra vez al Werder. Rosenberg se internó con facilidad por la banda izquierda del Madrid, con Marcelo otra vez fuera de sitio; se fue con insultante facilidad de Gago, que se cansó pronto de perseguirle; Metzelder acudió tarde y mal al cruce y Sanogo se anticipó a Pepe y puso el balón lejos de Casillas. Un buen gol facilitado por los errores del Madrid, un equipo que atacó mal y defendió peor, lo que permitió que el Werder, con todas sus limitaciones, se encontrara con más ocasiones de gol de las que jamás podría haber soñado.

El paso por los vestuarios no sirvió para hacer reaccionar al Madrid, al que le llegó la sentencia definitiva a los doce minutos de la reanudación, cuando Daniel Jensen rompió la defensa del Madrid con el mejor pase de la noche y dejó a Hunt frente a Casillas, al que superó sin problemas. El agujero por el que se le terminó de ir el choque al Madrid apareció de nuevo por la zona de Marcelo y Metzelder.

Antes pudo marcar Van Nistelrooy. Gran pase de Marcelo a Robinho, que envió al holandés para que éste, solo delante del portero, mandara el balón fuera. Un fallo inexplicable. No falló Van Nistelrooy a 20 minutos del final, cuando recibió un magnífico pase de Guti y pese a su lentitud eludió a su marcador y superó al portero Vander con una vaselina que no parecía más que un centro a Robinho. El brasileño empujó el balón cuando ya había superado la raya.

De ahí al final estuvo más cerca el gol para el Werder Bremen que para un Real Madrid que deberá superar al Lazio en la última jornada para certificar su clasificación a octavos de final. Lo mejor que se puede decir del Madrid es que la poca cualificación de sus rivales en su grupo de la Liga de Campeones le permite errores como éste.