Benítez intenta apaciguar los ánimos con sus jefes

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Benítez intenta apaciguar los ánimos con sus jefes

Benítez intenta apaciguar los ánimos con sus jefes

El entrenador admite sus errores para evitar el despido

Rafa Benítez buscó ayer apaciguar las aguas en un Liverpool convulso y queda todo en manos de los dueños americanos del club. Durante la última semana se ha producido un intercambio de golpes que le puede costar el puesto, pero las palabras de un allegado suyo en el diario local Liverpool Echo son la primera indicación de que el preparador español acepta el error de haber ido a la guerra con Tom Hicks y George Gillett. Ahora falta saber si los americanos se vuelven atrás en su decisión de desprenderse de Benítez. "Rafa está encantado en Liverpool. Adora a la gente de la ciudad, a los aficionados y el club. Todo lo que quiere es lo mejor para la hinchada y se siente frustrado cuando siente que no es capaz de hacer justamente eso", dice su amigo.

Benítez quería fichar a un jugador ahora y traerse a dos más libres a final de temporada, pero la reacción de los dueños del club, al parar en seco todas las operaciones, ha supuesto la pérdida de uno de los objetivos (Kaladze). Sin embargo, al ver la drástica reacción de Hicks y Gillett, Benítez ha decidido dar un paso atrás y aceptar que ha cometido algunos errores.

Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Los propietarios del club, hombres de negocios que tienen al Liverpool como una inversión más, entienden que el preparador madrileño había excedido sus competencias al exigir explicaciones sobre detalles del nuevo estadio o sobre los rumores del conflicto entre Hicks y Gillett (se dice que uno quiere forzar la salida del otro) y quería intervenir en las negociaciones de fichajes, una labor que corresponde a Rick Parry, el jefe ejecutivo del club inglés. Éste, muy poco hábil en su labor, ha manejado la situación para recuperar parte del poder perdido y Benítez no supo detener su ira a tiempo.

La afición, contraria al despido del técnico

El club vale cuatro veces más que antes de la llegada de Benítez, ha jugado siete finales en tres años, el gasto en fichajes es menor que en el Chelsea y el Manchester, y nadie cree que sustituir a Benítez sea la solución: si no, que vean la reacción de los aficionados, que la van a liar mañana durante el partido del Liverpool. El fútbol inglés está cambiando y la hinchada se resiste a aceptarlo. Benítez podría perder su puesto porque ha muerto el feeling que había con los dueños, pero la falta de razones y la presión de la hinchada podrían forzar un cambio de posición de los dueños.