Drogba silencia Mestalla

La historia se repitió en Mestalla. Aunque ya no estaba Mourinho y el Chelsea parecía llegar herido de muerte, al final los blues vencieron porque se impusieron en la batalla de la medular, en el combate físico y porque cuentan con un superclase como Drogba al que los chés no supieron parar. Junto a Joe Cole, se bastó para darle la vuelta al marcador mientras el resto de los suyos bregaban como locos. El orgullo inglés se impuso a un Valencia al que no le bastaron Villa y Silva. Le faltó fútbol, un Joaquín más regular y sujetar atrás a Drogba, que hizo lo que quiso.

Los locales arrancaron desbocados, sensación que acrecentaron tras el 1-0. El Chelsea hacía aguas y por su línea de flotación se filtraban Villa, Silva y Joaquín. Los ingleses estaban atascados, su pesada maquinaria les hacía lentos y descoordinados, presionaban mal, defendían peor y cuando se vieron por debajo, su esquema con trivote defensivo se antojaba un lastre más que una solución. Daba igual, porque el orgullo de Drogba llegó al rescate. El ariete lo hizo todo, era la tabla de salvación a la que se agarraban sus compañeros para lanzarle un misil, que lo controlase y lo devolviera en condiciones de ser jugado. Así llegó el empate.

Ahí Quique no anduvo listo. Con Marchena y Albelda por delante de la defensa se echaba en falta que uno de ellos reculase en los envíos largos y le cortara el suministro a Drogba. Cuando delante hay un futbolista de su dimensión, no es ninguna desvergüenza marcarle con dos. No lo hicieron y, tras perdonar Joaquín el segundo gol ché, el costamarfileño repitió y habilitó a Malouda para que éste le regalase el empate a Cole. Empezaba un nuevo partido porque los blanquinegros se sentían tan superiores que ya no se acordaban quién estaba delante. El Chelsea había reajustado piezas y no daba facilidades.

Como a la medular ché no le alcanzaba para sacar el balón jugado, el Valencia apostó por hacerlo llegar rápido arriba. Tras ver que Villa y Morientes ya no superaban a Carvalho y Terry, Quique metió centímetros e hizo debutar a Zigic para copiar a su manera la fórmula con la que Drogba les castigaba. En cuanto pisó el césped, los suyos respiraron porque se ahorraban la transición.

Pero el plan de combatir por alto sufrió un duro revés cuando Joe Cole castigó un despiste enviando un pase genial para que Drogba midiera su carrera a la de Albiol y su pericia a Hildebrand. El crack africano superó a los dos y firmó el 1-2 certificando su reinado en el partido.