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Segunda | Valladolid 1 - Málaga 0

Toché los manda al pozo

El Málaga, romo en Valladolid, ya está en descenso

Actualizado a
<b>BATALLADOR. </b>Ernesto, que ayer fue titular, lucha por un balón.
miguel santos

Esta vez no fue una vaselina de Víctor, una galopada de Manchev o una pillería de Llorente. Esta vez el tocado por la varita fue Toché, que apenas llevaba unos segundos en el campo cuando vio caer del cielo una pelota mal despejada por Jesús Gámez y la estampó en la red. El Valladolid hace oro todo lo que toca, y aunque juega ya con las rentas y sin el hambre de unas semanas, aventaja en varios cuerpos a sus rivales. Se siente superior. Esas demostraciones de suficiencia deben doler más todavía a moribundos como el Málaga, que se fue con la sensación de haber hecho su trabajo correctamente. Pero rebosa tanta vulgaridad que ni optimizando sus recursos tiene suficiente. Por eso perdió en Zorrilla, semivacío por la coincidencia con el día histórico (y finalmente triste) de su balonmano, en una tarde muy propicia para puntuar.

A día de hoy, el Valladolid es equipo de Primera y el Málaga, de Segunda B. Por primera vez en la temporada, los blanquiazules han caído en puestos de descenso. Una realidad terrible, difícilmente superable para un club que viene de las alturas y se está asfixiando. En la ruina. No parece, sin embargo, un equipo muerto en el césped. Más allá de sus limitaciones individuales, emitió buenas señales en la primera parte pese a la rápida lesión de Gascón (16') y controló bien a los cuatro puñales de Mendilibar, Capdevila, Sisi, Víctor y Llorente. Goitia vivió relativamente cómodo. Lo mismo que Alberto, apenas inquietado. Así que el partido caminó imparable hacia el 0-0 sin que el Valladolid, el único equipo que tenía argumentos para romperlo, pareciese demasiado interesado en apretar. Mendilibar, que durante la semana había lamentado la relajación de sus jugadores, echó un vistazo al final del armario y encontró a Toché, uno de los que más hambre tienen a estas alturas de la temporada.

El gol del ex jugador del Atlético, una lección de cómo no perder atención a una jugada por más que ésta parezca intrascendente, enterró al Málaga, al que no cambió la cara la salida del Chengue, que volvió a jugar después de tres meses de partiditos de fut-voley contra Marcelo Romero. Entre eso y los masajes, es lógico que sólo estuviese diez minutos y que apenas se le viese. No es culpa suya. Es la consecuencia de tanto despropósito. Como bien apreció Calleja, "no estamos en descenso por este partido". Las razones de este peregrinaje por el fango merecen muchas más líneas. Aplaudamos, pues, al Valladolid, que sabe mucho de esta travesía por el desierto que, por suerte para Pucela, ya se acaba.