Merienda de 13 minutos

El Cádiz ya tiene su pareja letal. En plena discusión sobre la mala fortuna de los delanteros en el Carranza, ha cuajado una relación en el terreno de juego que confirma, como mínimo, la capacidad real del 'Submarino' para pelear por el ascenso. De momento, mantienen la distancia con el Almería. Abel Buades y Pablo Hernández, pese a que acaban de llegar a la 'Tacita', ya se han ganado el cielo de los amarillos. Ayer, en trece minutos de oro, los primeros del encuentro, enterraron con su magia un partido que tuvo hasta entonces tres jugadas claras de gol. Dos entraron, y la tercera, se quedó a las puertas. Fue el valencianista el que abría la lata en una jugada nacida de las botas de Abel Buades, que envió un globo para que Sesma lo interceptase. Desde su banda, centró al segundo palo y Pablo no falló. Sólo seis minutos después, otra de las internadas venenosas del dueño de la banda derecha cadista acabó en las mallas. Su centro a Matías Pavoni fue tan genial, como la definición del mediapunta argentino, que va a más y que saber ser práctico cuando las circunstancias lo requieren.

Javi López se quejaba tras el partido de la blandura de los suyos en los primeros compases del choque. Pero lo cierto es que el Salamanca no anduvo con su agresividad acostumbrada, y recibió todo un baño en la primera parte. El conjunto de Jose ahogaba, y los suyos no reaccionaban. Buades seguía mandando balones arriba con peligro, y hasta Raúl López hizo el jugadón de partido, con un remate casi imposible que acabó en el larguero. Sólo un disparo de Roberto inquietó en toda la primera mitad la portería de Armando, pero el peligro para el equipo de Jose no estuvo ahí. Buades, con una contractura en el abductor izquierdo, abandonó el terreno de juego, y su equipo notó su ausencia. Y para colmo de males, Pablo recibía un golpe en el tobillo. Intentó aguantar, pero al final acabó pidiendo el cambio.

Se esperaba una reacción del Salamanca para la segunda mitad, pero esta no llegó. El Cádiz ya no era el del arranque de partido, pero ante la empanada del visitante, la atención se centró en ver si finalmente Medina iba a ser capaz de marcar. Estuvo en muchas, lo intentó, pero se nota el ansia por marcar y falló ocasiones clamorosas. El partido acabó dormido, y pese a que Quique Martín intentó por todos los medios despertarlo desde lejos, se encontró enfrente con Armando, que detuvo el escaso trabajo que le trajeron.

Victoria en carnavales

No salió mal al final el doble partido en carnavales en el Ramón de Carranza. Ante el Almería se empató, y la victoria ante el Salamanca ha sido una de las más cómodas del año. Como es costumbre, hubo gente disfrazada en el campo, que registró un gran ambiente.