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Primera | Real Madrid 0 - Recreativo 3

Gran lección del Recreativo

Exhibición de ViqueiraHorrible Cannavaro Pitos del Bernabéu y abandono del público

Gradas vacías en el Bernabéu
Actualizado a

El Recreativo venció al Madrid y no hubo nada de casualidad en su goleada. Lo que no tengo tan claro es si el Madrid perdió por casualidad, víctima de uno de esos encuentros que se extravían a cualquier control, una mala noche, una desastrosa conjunción astral. Dudo que así afuera, y al dudar, acuso. Con las honrosas excepciones de los choques ante Barça y Sevilla, ya eran muchos partidos en el borde del precipicio, demasiadas victorias colgadas de esa mezcla de suerte y talento que llamamos efectividad. La miseria del juego, aunque llegáramos a creer lo contrario, no era una opción personal y extrañamente ganadora, sino una triste realidad.

Se nos dirá ahora que es sólo una derrota. Pero me temo que es más, porque descubre viejos problemas. El primero, la mala confección de la plantilla. La falta de planificación se demuestra ahora al fichar futbolistas (especialmente Gago) que vienen a reforzar posiciones que están desguarnecidas, mientras otras, como el puesto de pivote destructor o mediapunta, rebosan de efectivos. Capello suele sugerir que hace lo que puede con lo que tiene, pero olvida que dispuso de la ocasión de marcar otro estilo en junio.

Si no acertó con las contrataciones, Capello tampoco ha dado con el fútbol. El doble pivote Emerson-Diarra (carísimo capricho) parecía innegociable. Sin embargo, la realidad ha sido tozuda y hasta el entrenador ha tenido que reconocer en sus alineaciones que juntarlos sobre el campo es, en el mejor de los casos, anular a uno de ellos, ya que se trata de dos futbolistas repetidos. Por no hablar de su inexistente aportación creativa. Su apuesta por el doble nueve da la impresión de estar abocada al mismo fracaso.

Desde luego, no es una tragedia, porque el Madrid aún pelea por todas las competiciones, y en aquellas que no exigen regularidad, la concentración puntual y el talento pueden valer un título. Con mucho menos, el Liverpool ganó una Champions. La cuestión es que también cabía esa esperanza en temporadas anteriores. Es decir, y ese es el problema, que poco ha cambiado después de tanta revolución.

Clase.

Ya estoy en deuda con el Recre, espero que me perdone. Su fútbol no coincidió con el desplome del Madrid: fue su única causa. Intento explicar que no fue un tropiezo, fue un derribo. Marcelino dio una clase de colocación a Capello, de coordinación en las líneas, de ayudas. En definitiva, hizo justicia a su fama de buen entrenador, del mismo modo que el Recre hizo honor a su prestigio de equipo revelación, moderno y valiente.

Ya desde el primer instante extrañó la tranquilidad con la que se movía el Recre, tocando, sin nervios, como si ni siquiera el ruido de los tambores pudiera distraerlo de ese hábito. No se manejan así los equipos pequeños, ni muchos de clase media. En los diez primeros minutos, un tiro de Ronaldo cerca del palo, con más intención que tino, fue el mejor acercamiento local. Desde entonces, el Recre hizo suyo el encuentro.

Sobre la armonía general, a esas alturas ya eran reconocibles los jugadores que elevan al equipo. El primero, Viqueira, que se mueve con la superioridad de Riquelme y en ocasiones con el mismo exceso de confianza. No se me ocurre alguien a quien los años (en este caso 32) hayan agigantado tanto (quizá Maribel Verdú). Luego está Cazorla, un zurdo exquisito y explosivo al que el Villarreal debe echar mucho de menos. Y por último, los delanteros, Uche y Sinama: sin balón dos amenazas y con él, dos asesinos. Las conexiones que establecieron entre ellos, bastantes veces con la colaboración de Aitor, fueron la clave del resultado.

Mientras la corriente empezaba a circular en esos cables, el Madrid encontraba los suyos cortocircuitados. Sin Guti (horriblemente ausente y desacertado), no hay futbolista capaz de generar fútbol. El balón circula de lateral a lateral pidiendo socorro y los gritos son tan agudos que los que tienen el oído fino (Ramos, Roberto o Beckham) optan por el pase en largo, a ver si hay suerte. Y con equipos tan magníficamente situados como el Recre, suele haber poca suerte.

Burlado.

La descomposición del Madrid fue especialmente cruel con Cannavaro, que pasó de los errores leves al homicidio en primer grado. De hecho, en los dos primeros goles del Recre fue burlado por los delanteros con asombrosa facilidad y bastante bochorno. Parte del público terminó por abuchearlo y es de agradecer que no presentara trofeos antes del partido. Merecidos o no, me temo que le pesarán mucho desde ahora.

El primer tanto del Recre fue así: Viqueira descubrió a Uche y este cedió a Sinama, que, tras desprenderse de Cannavaro, fusiló a Casillas. Si el Madrid no cambió el registro es porque no tiene otro. Con ese panorama la única posibilidad de emoción llegaba cuando Ronaldo controlaba algún balón.

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Cómo debió verlo Capello, que en el descanso quitó a Emerson para meter a Robinho. Se agradeció el intento, pero así no se resolvieron los problemas de creación, y menos aún dando entrada a Reyes y Mejía por Ronaldo y Salgado, su siguiente movimiento.

Uche logró el segundo tras fantástica galopada y sólo entonces reculó el Recreativo. Pero ni eso lo aprovechó el Madrid, que ya no creía en sí mismo, menos aún en la remontada. Cuando los pitos no eran mayores porque gran parte del público se había ido, llegó el fabuloso tanto de Viqueira, de lanzamiento de falta. Hace un tiempo sólo se aplaudía a Ronaldinho...

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