Esta noche el fútbol europeo, y concretamente el italiano, recuperan uno de los clásicos de más tradición y rivalidad. Vuelve a jugarse un Nápoles-Juventus, y por vez primera en la historia es un partido de la Serie B. El estadio de San Paolo, donde pervive el espíritu de Diego Armando Maradona, recuperará su magia. Casi ochenta mil personas tienen entrada para acudir al partido. Más gente, mucha más, que en cualquiera de los diez partidos de la Primera División (Serie A) de la Liga de Italia disputados ayer. El encuentro al que más público asistirá de todos los que se han disputado en Europa este fin de semana, tantos como ayer acudieron al Bernabéu, cuyas gradas estaban como un clavel reventón.

La importancia del partido queda reflajada en los periódicos italianos, que ya ayer daban más espacio al llamado Derby de Italia que a los encuentros de Primera. Los grandes rotativos tienen preparados para hoy suplementos especiales. Nadie se lo quiere perder, y el seleccionador de Italia, Roberto Donadoni, lo vivirá en directo. En Nápoles, ayer, se hablabla de la visita de su máximo héroe, Fabio Cannavaro, jugador del Real Madrid, capitán de la Squadra Azzurra y hermano del actual líder del Nápoles, Paolo Cannavaro.

Además de representar la rivalidad, incluso el odio, entre el norte de Italia, industrializado y rico, y el sur del país, rural y pobre, el Nápoles-Juventus es un partido en el que ambos se juegan meterse en los puestos de ascenso tras su travesía del desierto por la Segunda División, muy prolongada ya en el caso del Nápoles (desapareció en 1994 y fue refundado en Tercera División en 1995) y más corta pero no menos traumática en el de la Juventus.