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Eurocopa 2008 | Irlanda del Norte 3 - España 2

Sí: 'Los Otros' son de terror

Espanto defensivo y ridículo español en Belfast . Healy, delantero de la Segunda inglesa, hizo sus tres tantos. Xavi anotó un tristísimo gol 1.000

Tomás Guasch
Actualizado a
Healey

Pues ya lo vieron. Y si no lo vieron, mejor. Eso que se ahorraron. Donde Islandia ganó por 0-3 la semana pasada, España palmó. Por 3-2. Irlanda del Norte: Luis Aragonés tiene su Chipre. Aquel otro 3-2 incalificable propició la caída de Javier Clemente. ¿Estamos ante el principio del fin del llamado Sabio de Hortaleza al frente de la Selección? Luisólogos de cabecera planteaban la posibilidad al término del partido en el mismísimo Windsor Park, en el Museo de los Horrores de nuestro fútbol ya por los siglos de los siglos. El partido del gol 1.000, que anotó Xavi Hernández abriendo el marcador y poniendo presuntamente tierra de por medio ante un rival inferior (¡qué mejor inicio que marcar antes del cuarto de hora!), acabó con uno de los mayores batacazos del equipo nacional español. Definitivamente, el repunte de ilusión que pudo dejar el Mundial se ha desvanecido: 'Los Otros' son, en efecto, una película de terror.

Irlanda del Norte es un equipo de Segunda europea; España, no se sabe. Ayer fue un fantasma. Sin líder, sin ninguna referencia de verdad. Los tres goles fueron de traca. Juega usted de visitante, marca dos goles y pierde. En 2006. El del triunfo no se ve ni en un partido de párvulos: un saque largo del portero lo pasaportó a la red de Casillas David Healy de un toque. Una vaselina gloriosa en la noche más grande de este delantero del Leeds United (equipo de la Segunda División inglesa) que marcó los tres tantos de su equipo. El primero, a pase de Xabi Alonso en su intento de ceder la pelota a Casillas; el segundo, en jugada de estrategia sonrojante para el equipo español. Una falta lateral que todos esperaban a la olla, la resolvió Irlanda con un pase atrás, por bajo, que Healy empalmó entre la sorpresa de Puyol, su marcador, y de sus compañeros, que se agolpaban junto al área pequeña. Que una cosa es defender con muchos y otra saber defender. El tercero fue de humor amarillo, exactamente eso.

España fue un desastre, sobre todo en el aspecto defensivo. La zaga estuvo fatal. Con esta defensa no se puede andar por Europa. Cómica la decisión de Luis al cambiar a Sergio Ramos por Míchel Salgado, por cierto. ¿Míchel, revulsivo a estas alturas? Pablo y Puyol no existen; la baja forma del azulgrana es brutal. Antonio López fue una anécdota. Ya el día de Francia se hicieron la mayoría de estos defensas un gol y medio. Pero Luis no cambia. Es imposible avanzar defendiendo tan mal, déficit que también deberá cargarse a los centrocampistas, probablemente desbordados por el infierno que vivían atrás.

España no tuvo jamás el control del partido. Si Albelda es el imprescindible eje de seguridad ante Liechtenstein e Irlanda del Norte, ojo al dato. Xabi Alonso estuvo especialmente espeso, sin duda influenciado por su error en el gol del empate a uno. Xavi Hernández, tirado a un lado, tampoco tuvo peso en el partido. Algo más sí tuvo Cesc Fábregas, sobre todo en la segunda mitad. Encontró el agujero por donde ponerle a Villa el gol 1.001, el del 1-2, el que parecía que iba a ser el que encarrilara el triunfo.

Pero la pesadilla estaba por empezar. Con ventaja por segunda vez en el encuentro, la Selección fue incapaz no sólo de rematar la faena (Irlanda iba físicamente a menos) sino siquiera de mantener el resultado favorable. En dos acciones aisladas, Irlanda la mató. Y las consecuencias pueden ser golosas. De momento, Suecia se ha escapado en lo alto de la clasificación y Dinamarca, vencedora en Islandia, aparece como la gran amenaza en la lucha por la segunda plaza. Luego está el futuro de Luis, claro. Porque el otro futuro, el del equipo en esta fase de clasificación para la Eurocopa, se nubló de golpe. Ya no es que el equipo no fuera capaz de pasar del empate en Lituania, Bosnia y Serbia, como pasó camino del Mundial. ¡Es que perdió en Irlanda! Y las cuentas estaban claras, y a ellas se están aplicando suecos y daneses: hacerse fuertes en casa, ganar en terreno de los débiles y decidir en los emparejamientos entre los tres mejores.

El arreón final, con Irlanda echada atrás y España lanzada hacia adelante, fue un patético quiero y no puedo. Se podrá argumentar probablemente con razón que si a estos equipos no se les abre el campo, si los extremos están en el banquillo o en la grada, caso de Joaquín, es darle bazas al adversario. Se podrá insistir (aquí no será la primera vez) que Torres y Villa se estorban más que colaboran y que, hoy por hoy, el Guaje está para ser el ariete del equipo. Se podrá echar de menos el fútbol gatussiano de Italia en la zona ancha, el de Makelele en Francia. Pero la verdadera fosa se la abrió España atrás, en su desatención, en su falta de verdadera enjundia defensiva. Pinta lo de ayer a final de un ciclo, que no debería haber hecho más que empezar. 3-2 en Irlanda.

Sí: la Roja nos sonroja. (Del baloncesto no hemos hablado. Ha sido a propósito. Lo que vimos no admite comparación. Sólo desconsuelo).