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Primera | Athletic 1 - Real Sociedad 1

Fermín y su banderín

Pitó penalti al confundir las camisetas. La Real igualó

Actualizado a
<b>ERROR DE BULTO. </b>El linier Martínez Ibáñez pitó penalti en una mano de Aduriz que creyó que era de Labaka. La Real empató aún así.
ángel sánchez / alberto iranzo

No fallan. La fiabilidad, por lo negativo, de los árbitros está fuera de toda duda y esta temporada han tardado la friolera de una jornada en armar el primer escándalo. El protagonista esta vez fue el asistente Fermín Martínez Ibáñez, que ante la sorpresa generalizada obligó a Undiano a decretar un penalti en una acción en la que el balón golpeó dentro del área en la mano del atacante, nunca en la del defensor. Increíble. El no va a más en errores arbitrales. Un antes y un después en el partido, pero por desgracia algo de lo más habitual en la mejor Liga del mundo. Bochornosa decisión y bochornoso desenlace que Aranburu se encargó de reconducir prácticamente en la última jugada, pues la Real acusó el golpe tanto que apenas se pudo rehacer hasta ese instante. El Athletic, por contra, se dedicó a saborear el regalo, pero el dulce se transformó en picante cuando menos se lo esperaba.

Payasada.

Tan triste fue la imagen del asistente, pálido, foco de todas las miradas después de señalar la pena máxima y darse cuenta de la que había montado, como la de Aduriz en la celebración a lo grande del tanto, transformando con un gesto su nariz en la de un payaso y obviando de manera ridícula el hecho de que el balón no lo hubiese tocado Labaka con la mano, sino él mismo con su puño de manera nítida. El premio a la falta de deportividad ya tenía dueño y el gesto del payaso servía para resumir la cómica acción que protagonizó el linier.

Los responsables de marketing de alguna marca de vehículos tomaron buena nota. Si continúa así el bueno de Fermín, Rafa Guerrero ya tiene sustituto. A los amantes del fútbol no les gustó tanto esta escandalosa decisión. El partido se rompió, la Real se desquició y un aura de tremenda injusticia merodeó por San Mamés con el peligro que ello conlleva teniendo en cuenta el vicio de los colegiados de enmendar sus errores con todo tipo de compensaciones. Menudo lío.

Una pena para el derby, que hasta ese instante se había mostrado abierto, competitivo, honrado. Ni que decir tiene que Real y Athletic no atraviesan su mejor momento, pero esa falta de virtudes se tradujo en un choque de desenlace incierto. Y tan incierto. A los donostiarras no les importó controlar el dominio del balón, pese a las dificultades de conectar con Kovacevic y sacar algo de provecho, mientras que el Athletic se bastó para crear peligro con lanzar el balón a las bandas y buscar las cosquillas de los laterales. Había partido y emoción. Pero Fermín quiso ser protagonista y sin duda que lo fue. Una pena para el espectáculo y un aviso para navegantes. Ya no vale con evitar tocar el balón con la manos dentro del área, hay que vigilar también que no lo hagan los delanteros contrarios.