Victoria sin jogo bonito

Mundial 2006 | Brasil 1 - Croacia 0

Victoria sin jogo bonito

Victoria sin jogo bonito

reuter

Kaká marcó un golazo, pero los brasileños sufrieron

Fue Kaká como antes pudieron ser Ronaldinho o Adriano. La película la hemos visto muchas veces, pero nos la seguimos tragando porque tiene una gracia única; sabemos cómo acaba, pero a cada pase cambian el asesino: ¡misterios del cine moderno! El final fue el esperado, pues ganó Brasil. Pero sin jogo bonito ni parecido. Y siendo Brasil, eso es malo para todos.

La puesta en escena nos engañó: salida al tran-tran y cada cuando, un tirazo, un medio gol. Al final acaba siendo gol entero y la incógnita es saber quién mete el primero; esta vez el único. Ayer fue Kaká, les decía. Los croatas miraban el reloj acariciando el empate al descanso, pero con Brasil el partido es siempre molto lungo. Corría el minuto 43 cuando la pelota le llegó al 8 amarillo, se acomodó, que diría Hugo Sánchez, apuntó y venció al buen Pletikosa que había salvado el 1-0 en un par de ocasiones anteriores, la que más un tiro de Ronaldinho que Emerson dejó pasar entre sus piernas y él respondió con una mano magistral.

Pero hasta ahí. El show que se adivinaba tras la pausa porque Croacia iba a dejar espacios al necesitar igualar el partido, y Brasil se hincharía y a todos nos parecería que el cielo había bajado a la tierra, se quedó en poca cosa. Exceso de tran-tran que acabó espesando la mente de los buenos. El prometido espectáculo total quedó para mejor ocasión porque sólo vimos destellos: un cabezazo de Ronaldinho, otra llegada de Kaká, una buena jugada de Robinho nada más salir por Ronaldo, desasistido de juego y autor sólo de un gran remate que no pudo recortar la distancia de dos goles que le separan de Gerd El Torpedo Muller como máximo goleador de la historia de los Mundiales.

Cuadrado mágico. Porque Croacia jugó y es bueno destacarlo. Jugó de Croacia, pero jugó. Tanto que, de vuelta al campo, apretó las clavijas a la defensa brasileña hasta el punto que Lucio y compañía estuvieron mejor que el Cuadrado Mágico. Cayeron los croatas con la cabeza alta, mirando a Dida, con honor. Y si alguno argumenta, que lo hará, que merecieron el empate no estará diciendo una barbaridad. Es cierto que Adriano falló ante la puerta croata otro servicio de Robinho, pero lo de Brasil fue tan en cuentagotas, tan de coche que circula en tercera por la autopista, que la decepción fue general y hasta podríamos decir que el 1-0 amarillo recordó el de algunos de la azul Italia de otros tiempos, que Dios me perdone.

Ganó Brasil seguramente porque no había más remedio y porque el mítico y goleador Davor Suker no dejó sucesor en la punta croata que le sustituya, pero lo que es el fútbol: en este Mundial divertido y de goles, Brasil aburrió y sólo marcó uno. Y gracias.