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Mundial 2006 | El Mundial en África

Fútbol en Kawokudi Park

Los jóvenes ghaneses se reúnen cada sábado en Kawokudi Park para jugar interminables partidos de fútbol, con la esperanza de ser objeto de deseo de cualquier agente sin escrúpulos, sin analizar los riesgos ni pararse a pensar en aquellos que se quedaron un día por el camino.

Paco Zamora
Actualizado a
Los jóvenes sólo sueñan con fichar un día por algún club europeo

La Escuela para Talentos del Feyenoord es un gran avance, de acuerdo, pero en Ghana los jugadores siguen brotando de los barrios, las callejuelas, pero sobre todo, de los partidos interminables en campos de tierra como los de Kawokudi Park, de donde salió rumbo al éxito y la fama Suler Ali Mumtari.

Cuando llegan los sábados, los jóvenes abandonan cualquier tarea y se dirigen a lugares como el campo citado, situado a pocos metros de la mansión de Abedi Pele, tres veces nominado mejor jugador africano. Las edades de los practicantes se entrecruzan. No hay categorías y pocos llevan botas reglamentarias. Cada uno se equipa como puede, y el dueño del balón tiene derecho a veto.

Con paciencia, uno puede ver al lado de tarugos de tomo y lomo verdaderos diamantes en bruto, como Sulaiman o Issaka, que bordan la técnica y saben cómo tratar el cuero en un espacio que no excede de una baldosa.

En un año en que el fútbol de Primera ha estado ausente, por problemas burocráticos y de organización, el fútbol de los chicos de Kawokudi Park es una auténtica golosina a la espera de la entrada en acción de los Blacks Stars el lunes. La entrega es total, porque de aquí ha salido mucha gente rumbo a Europa. Todo el mundo en Kawokudi Park sueña con emigrar con un balón bajo el brazo, como lo hicieron en su día casi todos integrantes de la selección Sub-17, vencedores del Mundial del 95, y es inútil decirles que Baba Sule, al que se le auguraba el mejor de los futuros, se quedó varado en Leganés por culpa de una lesión, o Michael Abu y Christian Sabah, de quienes poco se sabe. Si uno hace la prueba de preguntar por ellos en la Federación Ghanesa de Fútbol, sólo recibe largas. Eso sí, se sabe que casi ninguno reside en el país.

De aquella brillante generación de peloteros ghaneses, sólo salió adelante uno: Stephen Appiah. ¿Qué ha ocurrido? Puede ser que se creasen excesivas expectativas, que la suerte no les acompañase o que fuesen torpemente dirigidos a lo largo de su aventura en el extranjero.

Quizás eso último sea lo más posible. No es una novedad que, desde Ghana y otras partes como Camerún, Nigeria o Costa de Marfil agentes, vividores y mercaderes sin escrúpulos están haciendo su agosto con el sueño de muchachos como los cientos que disputan los interminables partidos de Kawokodi Park. Algunos lo conseguirán, el resto acabará en las redes de los tratantes de ganado.