Benítez y Eriksson confían en el estilo del 'espárrago'

Mundial 2006 | Peter Crouch

Benítez y Eriksson confían en el estilo del 'espárrago'

Benítez y Eriksson confían en el estilo del 'espárrago'

Una trayectoria extraña por la Premier ha dado con Crouch como titular en el Liverpool y en la selección. Buena parte de culpa la tiene Benítez, que se obcecó con él cuando descendió con el Southampton.

Peter Crouch tiene uno de esos cuerpos salidos de una pesadilla: quieres huir de alguien que está a punto de hacerte daño y tu cuerpo se alarga hasta proporciones inhumanas sin poder escapar. Así es el delantero del Liverpool: delgado y larguísimo (un metro y 98 centímetros), ha tenido suerte de nacer en Inglaterra, quizá la última liga europea en la que es absolutamente imprescindible tener un delantero alto en la punta de ataque. Eso lo entendió Rafa Benítez, que decidió apostar fuerte por el ex jugador del Southampton el pasado verano ante las consabidas dudas de la afición del Liverpool. Pese a las críticas iniciales, si el equipo que dirige el técnico madrileño ha reducido al mínimo las derrotas en campo contrario (once hace dos temporadas, cinco en la pasada) se debe al trabajo en el centro del campo de Momo Sissoko, a la consistencia de Reina bajo los palos y sobre todo a la presencia física de Crouch.

Surgido de la cantera del Tottenham, el delantero de 25 años ya ha pasado por ocho clubes, incluidos el QPR, Portsmouth, Aston Villa, Norwich City, Aston Villa y el Southampton, donde conoció las dos caras del fútbol. No pudo evitar el descenso de su equipo, pero sus 16 goles atrajeron la atención del preparador español. Benítez le quería para poder asegurarse segundas jugadas en el ataque, para aguantar el balón y para aumentar el peligro a balón parado. "No necesitó marcar 25 tantos para convertirse en una pieza básica esta temporada", ha dicho Rafa en alguna entrevista acerca de él.

Cuando Crouch apareció por primera vez en la selección inglesa (la versión B de los Pross que fueron de gira por los Estados Unidos en mayo del 2005), estaba todavía enrolado en las filas del Southampton. Llegó al Liverpool poco después por 10 millones de euros y le costó cinco meses y 22 partidos marcar su primer tanto (ante el Wigan el 3 de diciembre), para preocupación de la grada de Anfield. Por entonces, Sven Goran Eriksson ya le consideraba un habitual de las convocatorias, aunque la afición inglesa no entendía su mérito y hasta le silbó reiteradamente en el encuentro que enfrento a Inglaterra con Polonia. Había detrás de todas sus apariciones y de las palabras de apoyo de Benítez una inquietante sombra de duda.

Buena temporada. Pero al final marcó 16 goles con el Liverpool y dio las suficientes asistencias como para que Eriksson continuara contando con él con suficientes argumentos para defenderle. Tras su hat trick del pasado sábado ante Jamaica (con un gol de habilidad, otro de ratón del área y un tercero de jugador que se siente confiado) y pese a su error en el penalti, el sueco ha tenido que admitir que el estado de forma de Crouch acaba por fin con sus experimentos y que, para seguir contando con él en el equipo titular, Inglaterra regresará a la combinación pequeño-grande (Owen-Crouch) de la que se ha alimentado durante décadas su fútbol.