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Primera | Osasuna 0 - Real Madrid 1

El Madrid da la cara

El Real Madrid no sólo sobrevivió a su visita a Pamplona, la más incómoda de cuantas figuran en su calendario, sino que se llevó tres merecidos puntos que pueden ser cruciales en su carrera por acabar la Liga en segunda posición.

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<B>PROTAGONISTA.</B> Casillas paró un penalti y terminó expulsado después de ver dos tarjetas amarillas.
PROTAGONISTA. Casillas paró un penalti y terminó expulsado después de ver dos tarjetas amarillas.REUTERS

Los enfrentamientos entre Osasuna y el Madrid suelen ser eso, enfrentamientos más que partidos y en éste tampoco faltaron momentos de tensión, tanto en el césped como en la grada, demasiado alterada y desde la que se lanzó una aceitera de metal contra los jugadores del Madrid que celebraban el gol de Baptista. Lamentable e igual de condenable que los lanzamientos de botellas que se vieron recientemente en el Vicente Calderón y en el Ruiz de Lopera.

Conscientes de que en juego estaban muchas de sus opciones de terminar segundos en esta Liga y de que les esperaba un ambiente demasiado caliente, los hombres de López Caro se decidieron a encarar la situación y afrontaron el problema con determinación en los primeros minutos. Sabían que por fútbol era muy difícil ganar a Osasuna y quizá por eso no dudaron en saltar las trincheras y luchar de tú a tú con un rival más acostumbrado al cuerpo a cuerpo. El Madrid dio la cara y mostró una actitud irreprochable, que compensó su falta de ideas.

Baptista, espléndido toda la noche en ataque y en defensa y que está ofreciendo un final de temporada magnífico, Robinho y Guti no se escondieron, pidieron el balón y encararon a sus marcadores con atrevimiento. No se puede decir lo mismo de Beckham, que pasó inadvertido hasta que el público decidió entretenerse llamándole feo cada vez que se disponía a sacar un córner o una falta, o de Roberto Carlos, que se centró en defender y no apareció por el campo rival.

Los equipos se repartieron la posesión del balón y cuando repararon que no tenían ni un gramo de fútbol que ofrecer pasaron a repartirse patadas, empujones y amenazas. Entonces emergió la figura de Pablo García, que sostuvo al Madrid en los momentos más difíciles. Salgado y Ramos, que confundió intensidad con agresividad en muchas ocasiones, tampoco se arrugaron y debieron multiplicarse para frenar las embestidas de los delanteros de Osasuna.

Penaltis

El que mejor supo gestionar este caldeado ambiente fue el Real Madrid, que tomó ventaja al poco de comenzar el segundo tiempo. Robinho le robó la cartera a Cuéllar, que se quejó de una inexistente falta, el brasileño combinó con Raúl, éste observó que Baptista llegaba de cara y le puso el balón para que rematara. Raúl García, que está muy lejos de ser ese futbolista que deslumbró en el primer tramo de temporada, le derribó. Penalti claro que fue protestado por los jugadores de Osasuna y sus aficionados como si les fuera la vida en ello. Baptista transformó el lanzamiento con tranquilidad y provocó que el ambiente subiera aún más de temperatura.

Osasuna, que dio la impresión de que nunca le interesó jugar al fútbol, se fue en busca del empate, que pudo llegar apenas diez minutos después. Pablo García, en una acción absurda, derribó a Webó y provocó un penalti que Casillas detuvo a Puñal. Fue la mejor oportunidad de los navarros en todo el choque, junto con un disparo de falta de Delporte que se estrelló en un poste en el primer tiempo y otro de David López, en el segundo, que rozó el larguero.

Casillas volvía a robar todo el protagonismo a sus compañeros y lo logró aún más cuando fue expulsado a falta de diez minutos por doble amarilla. La primera la había visto por protestar y la segunda por alejar un balón para perder tiempo. Se equivocó Iker. Ocupó su puesto en la portería Diego López, que superó el examen con solvencia.

Jaleado por su afición, Osasuna, con más corazón que cabeza, asedió al Madrid, que se defendió con orden y nunca perdió el sitio, algo que era complicado en un encuentro rodeado de una tensión nada buena para el fútbol. López Caro, que concedió unos minutos al hábil Jurado, que pasó inadvertido, reforzó la zaga con el olvidado Pavón y el Madrid terminó el partido con tres centrales y reclamando la expulsión de Moha por una feísima entrada por detrás a Baptista, que acabó cojo. Fue el último herido de la batalla, que dejó más acciones desagradables, como el codazo en la nuca de Milosevic a Sergio Ramos.