El rumbo de la historia del Betis cambió hace catorce años. Manuel Ruiz de Lopera compró un club con cara de cadáver y empezó a crearse una figura a la que ha acompañado las luces y las sombras por igual. Ahora cuando surge el primer rumor con cierta verosimilitud que apunta a que su idea es dejarlo todo, lo primero que se piensa es que es una maniobra suya para aferrarse aún más al cargo.

Su ejecutoria a lo largo de catorce años ha estado siempre acompañada de un halo de misterio que a él mismo le ha gustado alimentar. Reuniones secretas e interminables, traspasos millonarios, jugadores con sueldos y primas de quitar el hipo, ofertas de Abramovich, cualquier cosa para convertir a Lopera en un personaje distinto. Pero lo curioso es que la consecución de la Copa del Rey y la entrada en la Champions no le ha servido para ser más idolatrado. Al contrario, le exigen más.