Y Guerrero estaba ahí, preparado

Yo digo | Nika Cuenca

Y Guerrero estaba ahí, preparado

Tenía una herida abierta. Julen Guerrero malvivía con dos cornadas tremendas en la Copa. La primera, ante el rival de anoche con otros apellidos, el Madrid, que en su día le abrió la puerta del Bernabéu con un cheque en blanco. Pocos futbolistas pueden presumir de haberla cerrado de par en par, de no unirse al ambicioso imperio. Y fue precisamente en ese estadio donde empezó su pelea contra el ostracismo en la segunda etapa de Heynckes, otrora su valedor, quien le dejó sin vestir en aquella semifinal del centenario blanco. La otra llaga escocía desde el año pasado, cuando Valverde le ignoró en la dolorosa eliminatoria ante el Betis. Anoche se volvió a sentir y expresar como futbolista de cartel. Seguía ahí. Le despidieron de pie.

Su partido con la pelota fue primoroso. Para no haberse medido a un Primera desde mayo de 2004, pareció estar para el alto nivel. Contó con la colaboración de un delantero de continuo desmarque, Aduriz, a quien ya había tenido a su lado en una eliminatoria menor con el Amurrio, una noche en la que el portugalujo marcó. Quizás pensó que volvía Ziganda, quien le ayudó a triunfar dejándole vías abiertas. Diego López se cruzó en su camino hacia el baño de masas, algo que no logró Casillas en su estreno en Bilbao. Primero, restó brillo a su primer pase al ex del Valladolid, taponando el disparo de éste. Después, acortó su camino hacia el gol en una salida al punto de penalti. Ni esa punterita ni otro empeine. Faltó la guinda.