El Barcelona no dio ninguna opción

Primera | Real Madrid 0 - Barcelona 3

El Barcelona no dio ninguna opción

El Barcelona no dio ninguna opción

REUTERS

El clásico no le llegó en buen momento al Madrid, que recibió a un equipo dispuesto a apuntalar su candidatura al título de la mano del nuevo balón de oro.

Luxemburgo, visto el buen resultado que le dio su táctica de aguantar y salir a la contra en el último clásico, planteó el encuentro bajo las mismas premisas que le dieron la victoria la pasada temporada; le dio el balón al Barcelona y espero, con Pablo García ejerciendo de murete, a que Zidane o Beckham vieran con su telescopio los desmarques de Robinho y, sobre todo, de Ronaldo.

Pero el Barça había venido a por el partido. Esta vez no estaba dispuesto a dejarse intimidar por el espíritu siempre combativo de los blancos y la presión de las gradas del Bernabéu. Además, Ronaldinho tenía ganas de demostrar porque es el nuevo balón de oro, y Rijkaard, en un ejercicio de valentía, alineó a Messi, mister verticalidad, en lugar de Giuly.

Con Deco ejerciendo de imán en la medular, no tardó el Barça en llevar peligro de la mano de Ronaldinho y Messi, muy inspirados en el arranque. Pero lo peor para el Madrid estaba por llegar. Etoo, uno de los grandes protagonistas de la semana previa, también quería un papel estelar en el partido y antes del cuarto de hora ya le había ajustado las cuentas a Casillas, al que le tiene tomada la medida.

En fin, que la táctica dispuesta por Luxemburgo ya no iba a funcionar y no quedaba más remedio que ir a por el partido, había que intercambiar golpes con el Barcelona. Sin embargo, lejos de recuperar el pulso del encuentro, el Madrid se quedó admirando la precisión de los de Rijkaard y de no ser por Casillas, que intervino de manera magistral ante al menos tres remates de los azulgrana, y el pundonor de Sergio Ramos, el Real Madrid se hubiera ido al descanso con un resultado muy difícil de remontar.

Sin capacidad de reacción

Se esperaba la reacción, pero la actitud del cuadro de Luxemburgo no inspiraba ninguna confianza. Mientras el Barça seguía a pies juntillas su patrón de juego, toque y desmarque, y le echaba ganas al asunto, el Madrid aparecía roto sobre el terreno de juego, con demasiada distancia entre líneas y con muchos de sus jugadores cansados o lejos de su mejor forma. Por si fuera poco, Raúl tuvo que abandonar el partido lesionado.

Tantos espacios había que, Ronaldinho, empeñado en dejar un partido para el recuerdo, completó un precioso slalom, superando a cuantos rivales encontraba a su paso y batió a Casillas sin apenas oposición; una pena, porque el portero madridista estaba completando un excelente partido, y una alegría, pues el gol era una obra llena de talento, potencia e imaginación.

No se podía decir, tratándose del Real Madrid, que el encuentro estaba perdido, jugadores resolutivos no le faltan, pero ante un equipo tan en forma como el Barcelona se antojaba imposible la remontada, sobre todo, poniendo sobre el tapete la casta como único argumento.

Robinho lo intentó, y Michel Salgado, un jugador que nunca pierde la cara, tuvo una clara oportunidad frente a Valdés, que realizó un estupenda parada, pero la respuesta del Barça fue demoledora; Ronaldinho, en otra extrordinara jugada individual, puso punto final a un partido que situa al Barcelona como principal favorito para el título.