Claro, es que el Atlético es El Pupas. ¿Cuántas veces lo han escuchado? Desde la final de la Copa de Europa del 74, ese apodo ha servido de excusa para cualquier desgracia. Todo es achacable a una batalla perdida contra un poder superior, la mala suerte. Sin embargo, nadie en el actual entorno atlético cree en el tópico: El Pupas no existe y, además, ese sambenito ha hecho mucho daño al Atlético. Bianchi no da crédito cada vez que se lo recuerdan, Torres se ha hartado de repetir que el fatalismo debe desaparecer...
Pero los que más se alteran cuando oyen el apodo maldito son los veteranos. Aquellos que vivieron los tiempos gloriosos en los que el Atlético era un ganador. ¿Cómo puede ser El Pupas el tercer equipo de España? Curiosamente, el culpable fue Vicente Calderón, el gran presidente de la historia del club. Fue, cómo no, en Heysel, tras aquel gol de Schwarzenbeck en el último instante que le birló al Atleti una Copa de Europa que veía suya.
Don Vicente no se lo podía cree nada más concluir el partido: "No tenemos suerte. Teníamos el título en el bolsillo y la fortuna nos ha vuelto a dar la espalda. Somos El Pupas". La definición, que respondía a un hecho puntual, hizo fortuna.
Pero no era la primera vez que el Atlético y el fatalismo iban de la mano. Anteriormente le comparaban con Cagancho, torero tan fino como irregular. Y a la avenida de Reina Victoria, por donde se salía del Metropolitano, la llamaban la senda de los elefantes, porque los aficionados rojiblancos meneaban la cabeza cual paquidermo mientras musitaban: "Este Atleti..."
Pero la gracia que hizo fortuna fue la del Pupas. Fortuna y daño. Hasta aquel 15 de mayo del 74, había ganado siete Ligas. Desde entonces sirvió de excusa para justificar que sólo llegaran dos más. El Pupas se comió al Atleti, que ahora quiere borrar tan dañina leyenda.