El Día Después finaliza el lunes su aventura y usted ha sido el rostro del programa durante catorce de las quince temporadas, ¿cómo se siente al escuchar esa cifra?

Algo increíble. Son muchos años y muchos sueños realizados. Hemos estado haciendo algo muy especial, que la gente ha querido y respaldado y este adiós me provoca una gran tristeza.

Comenzó a presentar el programa con un escaso dominio del castellano, ¿cómo fueron las primeras veces ante la cámara?

Imagínese, con muchísimos nervios...

Pues siempre se le ha visto muy suelto y natural, ¿aún permanece ese nerviosismo?

Sí. Cuando voy a Canal + tengo los mismos nervios. Yo pensaba que esta aventura no iba a durar, que me iban a echar. Siempre pensaba que era mi último programa.

Muchos presentadores a su lado, muchas etapas, ¿en cuál se ha sentido más cómodo?

En todas. La primera etapa era una aventura nueva, la segunda fue la consagración, y las últimas han sido la consolidación. En todas las etapas hemos creído que estábamos haciendo un trabajo muy importante.

En un programa tan dinámico las anécdotas serán frecuentes, ¿puede decirme alguna que tenga grabada?

Uff... tengo muchísimas. En mi primera etapa, con Nacho Lewin, tras ver la sección de Lo que el ojo no ve, teníamos enormes problemas para mantener la serenidad. En un programa, tras ese vídeo aparecimos Nacho y yo llorando de la risa. Pero hay anécdotas con todos mis compañeros. Ha sido un placer hacer el programa con ellos.

¿Qué ha significado El Día Después en su vida?

Me ha hecho la vida feliz, ha sido como cuando jugaba en el Liverpool, y cuando se va es muy triste. Hemos invadido los hogares para sacarle a la gente una sonrisa y eso es muy bueno. Amo al programa y quiero que por lo menos muera con una sonrisa puesta.

¿Cómo será su particular día después tras el programa del lunes?

Supongo que con lágrimas. Me cuesta mucho imaginar cómo será cuando lo despida por última vez.

A rey muerto, rey puesto. Se va EDD y llega Maracaná 05, ¿seguirá sus mismas líneas?

No. Tendrá un nuevo acento. Tampoco tengo miedo a las expectativas porque no pienso en ellas. Sólo quiero trabajar para cumplir los objetivos.