Bianchi ha demostrado ser un entrenador con recursos en los dos meses que lleva dirigiendo al Atlético. El técnico rojiblanco ha llegado utilizar hasta seis variantes de juego durante la pretemporada. El argentino quiere un equipo ofensivo, le da igual el esquema.

Los rojiblancos no han tenido que asimilar un sistema de juego cerrado. El sistema más empleado, por las características de sus jugadores, ha sido el doble pivote, con dos extremos y dos puntas. Se terminaron las preguntas en rueda de prensa del tipo: "¿Volverá a jugar con el doble pivote en detrimento de dejar sólo a Torres?". Este año no habrá Torresdependencia (mal consistente en dejar al Niño sólo en punta). El técnico argentino ha comprobado en entrenamientos que este sistema no funciona.

Pero el Virrey no se ha conformado sólo con eso. Ha seguido investigando las posibilidades de su equipo. El míster ha llegado a utilizar el clásico rombo, entre otros motivos, para ver a Ibagaza en su posición preferida, la de enganche. También ha sido capaz de innovar un sistema sin extremos (como Luxemburgo), con tres buenos distribuidores en la medular y tres arietes puros.

Mascherano. El sistema "ideal" para Bianchi es el que utilizó en Boca, pero sabe que aquí sus actuales jugadores no encajarían en esa variante de juego. Por esta razón, el técnico considera a Mascherano como el futbolista ideal para reforzar la plantilla. El Jefecito proporcionaría al míster recurrir al exitoso 4-3-1-2 de Boca. Pero no se han quedado ahí los experimentos. El Atlético jugó contra el Racing con un 4-1-4-1. Bianchi no es de esos entrenadores que conciben el fútbol con un esquema inamovible, en detrimento de los propios jugadores.

Unos lo llaman naturalidad, otros lo califican como espíritu ganador. Jugar ofensivamente, independientemente del sistema, ésta es la doctrina de Bianchi para sus discípulos.