Ya está aquí. Julio César Baptista pisó el Bernabéu con los honores de un auténtico galáctico. La Bestia irrumpió en el Palco VIP ante más de 200 compañeros de los medios de comunicación (13:36 horas) con un gesto de complacencia que delataba su estado de ánimo. "Que sepan ustedes que éste es un momento mágico para mí. Es, sin duda, el día más feliz de mi vida".

Florentino, acompañado por Di Stéfano, miraba de reojo con entusiasmo a su nuevo crack. En la presentación de Pablo García y de Diogo no sintió ese clamor mediático-popular que ha provocado la llegada del acorazado del Sevilla.

Ayer había más de 1.000 aficionados en el Fondo Norte del Bernabéu, soportando el calor con tal de corear el nombre del brasileño. Varios directivos se acercaron a su presidente para susurrarle: "No nos hemos equivocado. Desde que contratamos a Ronaldo y a Beckham no habíamos visto tanta pasión por un fichaje. Baptista tiene gancho entre la gente".

Baptista vivió su primer día de blanco con una sonrisa ronaldiana. No era fingida. Tras firmar por cinco años en un despacho del estadio, se metió en el Restaurante Puerta 57 como si fuese un niño al que le regalan su primer balón de fútbol: "Tengo la oportunidad de estar en el mejor club del mundo y con los mejores jugadores. No pienso dejarla escapar. Quiero que el Madrid gane títulos tras dos años de sequía y que la gente vea un gran espectáculo".

A medida que Baptista se dirigía a una legión de informadores, el millar de aficionados le aclamaba: "¡Baptista, Baptista...!". Julio les miraba asombrado, les dedicaba una blanca sonrisa y Di Stéfano le daba consejos por lo bajini.

Baptista tardó poco en cambiarse, ponerse de blanco (su camiseta con el número 8 le sentaba de cine) y pidió que el tiempo pasara rápido "porque quiero debutar ya en este estadio increíble". Hay fecha: 23 de agosto. Será en el Trofeo Bernabéu con el All Star EE UU. Habrá lleno.