"Sé que aún tengo mucho que aprender de Salgado"

Sergio Ramos

"Sé que aún tengo mucho que aprender de Salgado"

"Sé que aún tengo mucho que aprender de Salgado"

morenatti

Paqui, su orgullosa madre, le regaló un perro, Simba, por su cumpleaños. Pero el rey de la cantera sevillista es él, Sergio Ramos. Ha dejado de ser el niño y sus compañeros ya le llaman Serginho.

Le tendrá puesto un sueldo a su ángel de la guarda.

Sí, parece que no deja que me pase nada malo. La verdad es que todo va perfecto. Me he hecho un hueco en el primer equipo del Sevilla y ahora debuto con la selección absoluta. La vida me ha cambiado por completo en un año.

¡Vaya cumpleaños!

Cumplí 19 años debutando contra Serbia. ¡Un pelotazo! Ha sido una experiencia inolvidable. He estado muchos días rodeado de gente muy veterana y he aprendido mucho. Cuando estaba en el campo y empezó a sonar el himno me emocioné.

¿Notó haber dado un gran salto en la competición?

Bastante. El partido tuvo un ritmo muy alto y mucha agresividad. Es lo máximo. Pero mientras antes me acostumbre, mejor para mi evolución.

¿Cree que ya es candidato para ir al Mundial?

Nada de volverse loco. Primero, hay que clasificar a la selección. Estoy convencido de que este grupo lo conseguirá. Y después, a trabajar. Aún no soy nadie. Además, por delante tengo a un grandísimo jugador, Míchel Salgado, del que tengo que aprender bastante. Sin duda, es el mejor lateral de España.

¿Cómo vivió Raúl el debate que se levantó acerca de su suplencia?

Raúl es un crack. Es una pieza clave en el fútbol español. Tanto dentro como fuera del campo es indiscutible. Me ha dado muchos consejos y tranquilidad. Y me dijo que no me complicara con las declaraciones a la prensa... (sonríe).

¿Y con Luis?

Muy bien. Se las sabe todas. Disfruta entrenando y tiene la experiencia suficiente para darle a cada jugador lo que necesita.

Incluso un buen grito.

Como el que me llevé yo en la banda. Cuando me resbalé pegó una voz ("¡Niño!") que creo que se escuchó hasta en España.

¿Qué le pasó?

No lo sé, fue muy extraño. Jugué con las botas de aluminio alto de siempre. Nunca he tenido esos problemas. Luis me riñó y me dijo que vigilara las botas. Pero no pasa nada.

Empiece con el capítulo de agradecimientos.

Todo se lo debo al Sevilla y a sus técnicos. Desde muy pequeño estoy en este club y siempre ha cuidado de mí. Manolo Jiménez apostó fuerte y, después, Caparrós se la jugó conmigo. Cuando quiso, me puso titular sin dudarlo. Sólo tenía 18 años y fue un riesgo. Pero si yo estoy brillando es gracias al trabajo de mis compañeros.

Después de esta prueba de madurez tendrán que dejar de llamarle 'niño'.

Claro, claro... Ahora me llaman Serginho. Dicen que ya hay cinco brasileños en el equipo, contando conmigo. A ellos se lo debo todo.

Quién le iba a decir a usted hace unos años, cuando estaba subido a un árbol de la ciudad deportiva, que todo esto le ocurriría.

¿Cómo sabe eso?

El periodismo se entera de todo. Cuente, cuente.

Fue en la época de cadete. Una tarde, cerca ya de las nueve de la noche, acabé de entrenarme y nadie vino a recogerme. Mi hermano y mi padre se confundieron. Se hizo de noche y vi aparecer a tres perros feroces. ¡Venían a por mí! Me subí a un árbol. Allí estuve un buen rato subido con los perros abajo esperándome. Hasta que vino uno de los vigilantes...

¡Qué barbaridad! Cuando llegue a la ciudad deportiva no estarán los perros, pero sí su tío Caparrós.

Sé por dónde viene. Al míster lo conozco a la perfección. Vendrá con el garrote para quitarme todos los pajaritos que pueda tener en la cabeza. Iré preparado.

¿Cómo llamará al perrito?

Lo tengo decidido: Simba, como el rey de la selva.