El tipo duro que se ganó a todos

Thomas Gravesen (Velje, 11-3-1976) se comportó en la pasada Eurocopa de Portugal como el verdadero líder de la selección de Dinamarca, un equipo que se movió (y muy bien) al son que él tocaba. Se trata de un tipo carismático, pero difícil, hosco, duro, entregado por completo al fútbol. "Sólo pienso en entrenarme y en dormir. Y como me sobra el tiempo me dedico a ver vídeos de los rivales". Así lo aseguró durante el torneo, en el que se volvió a confirmar como un magnífico mediocentro.

Su actitud contrasta con un particular sentido del humor. Durante el Mundial de Corea y Japón se convirtió en compañero de gamberradas de Tofting, con quien parecía compartir estilista, pues los dos lucían rapado brillante y maneras contundentes. Ambos pusieron hielo en los pantalones del hoy atlético Gronkjaer y la broma terminó a puñetazos entre los tres cuando el extremo quiso vengarse.

En otra oportunidad le bajó los pantalones al defensa Jensen y las fotos tomadas por un reportero avispado dieron la vuelta al mundo sin el consentimiento del afectado. No obstante, ninguna de sus travesuras hicieron que Morten Olsen, el seleccionador danés, dejara de contar con al contrario, cada vez era más importante su papel en el equipo.

Para hacerse con sus servicios, el Everton pagó al Hamburgo cuatro millones de euros en 2000. En Alemania había estado por debajo de las expectativas creadas pero en Inglaterra pronto se transformó en un jugador mucho mejor de lo que podían haber imaginado los más optimistas.

Eso sí, la diplomacia no está entre sus virtudes: en 2001 aseguró que el Everton no tenía suficiente calidad y el técnico, Walter Smith, intentó despedirle. La pasada temporada, Alan Shearer le llamó "cobarde" por lesionar a su compañero Bernard.

Aunque por fin se reconoce su trabajo, Gravesen asegura: "Soy realista y sé quién soy. Pero como futbolista sigo teniendo sueños".