Cuando empezó la temporada, uno de los morbos más morbosos tenía fecha marcada en el calendario: el día que Bernd Schuster se sentaría en el banquillo del Camp Nou, a los mandos de un Levante recién ascendido y que, cual melón, había que abrir para catarlo. Como resultó que el conjunto granota va teniendo buen sabor (en mitad de la tabla, algo que ya querrían muchos ilustres para sí) y que el Barcelona necesita no perder más puntos tras el pinchazo con el Valencia, la presencia de El Gran Rubio del fútbol de los años 80 se había convertido casi en un asunto del corazón. Ya saben: aquel centrocampista superdotado, que salió de Can Barça para alistarse en Madrid y ganar títulos con el Real y el Atlétic, volvía a casa con el carné de entrenador.
Pero hete aquí que a Schuster no se le ocurrió otra cosa (según consta en acta, cosa que él niega) que lanzarle un improperio a Megía Dávila el pasado sábado, con lo cual se ganó no poder dirigir a su equipo desde la hierba y buscarse sitio en la grada. Así que tanto él como el aficionado culé se quedarán con las ganas de vivir ese momentazo en un partido en el que el Barça más hospitalizado de la historia necesita ganar para seguir escapando de sus perseguidores en la tabla. Y también para asegurarse el título de campeón de invierno, un marchamo de otros tiempos del que podría vanagloriarse Laporta.
Agravios. La ausencia de Schuster no será el único agravio para un Levante envuelto en la polémica después de las declaraciones de su presidente, Pedro Villarroel. El equipo suma ya seis partidos sin ganar, se siente perjudicado por los arbitrajes, ha perdido a dos jugadores y tampoco podrá contar en el banquillo con Ruiz.
Claro que Rijkaard tampoco está para tirar cohetes. Sólo dispone de 12 jugadores del primer equipo (sigue de baja el francés Giuly, por quinto partido consecutivo) y, después de la absurda expulsión de Víctor Valdés ante el Valencia, no le queda más remedio que confiar en Rubén. El canterano debutará como titular en la Liga, y de su seguridad dependerá la tranquilidad de la defensa azulgrana. Si ahí todo va bien, el centro del campo (el incombustible Deco, la manija de Xavi, el desparpajo de Iniesta y la fuerza de Márquez) surtirá a Ronaldinho y Etoo para que olviden al Valencia, se acuerden de golear y feliciten la Navidad a la parroquia.
Bernd llevó a Núñez a los tribunales
Bernd Schuster dejó su impronta en el Camp Nou tanto dentro como fuera del campo. Campeón de Europa con Alemania en 1980, maravilló con su juego formando con Maradona una dupla fantástica a la que sólo le faltó ganar grandes títulos... y le sobró ser lesionados por Goiko. Su final fue problemático. Llegó a estar marginado y en 1988 se enfrentó al presidente Josep Lluís Núñez, a quien incluso llevó a los tribunales. Después, como se sabe, se fue a Madrid. Y allí sí que ganó títulos. Primero en el Real y luego en el Atlético. Luego se hizo entrenador en Alemania, regresó a España para coger al Xerez y, ahora, al Levante. -M. Á. S.
